Cuando lo vimos de reojo no entendimos qué era. Apenas había sido un instante para luego desaparecer tras la arboleda que bordeaba la carretera. Nos miramos incrédulos y, al momento, clavamos la mirada hacia ese lado expectantes. Queríamos asegurarnos de lo que habíamos visto. A los pocos segundos los árboles se aclararon y nos mostraron de nuevo la escena. Hubo un cruce de miradas dentro del coche y, automáticamente, pusimos el intermitente a la derecha. Teníamos que verlo de cerca. Seguir leyendo