Oliver

Un pueblo en el desierto

«Nacido de las aguas, bendito con el Sol» es el lema de Oliver y es cierto que si no hubiera sido por el agua aquí no habría nada de nada, pero en serio, ¿bendito por el Sol? No creo que nadie que visite este pueblo en julio crea que este sol abrasador, capaz de hacer sudar hasta las piedras, sea una bendición. Durante la semana que pasamos aquí el termómetro de día rondó siempre los 40 grados.

Y nosotros nos preguntábamos ¿cómo puede ser que en un lugar tan árido y semidesértico como este puedan prosperar tantas plantaciones de cerezos? Es más, ¿cómo puede ser que uno de los principales atractivos del lugar sea el golf? La respuesta, evidentemente, es gracias a las tareas de canalización que se hicieron aquí durante la primera mitad del siglo pasado y que convirtieron este pueblo y la vecina localidad de Osoyoos en auténticos oasis en medio de un desierto de arbustos espinosos. Con razón algunos de los quebequeses que conocimos nos dijeron «Esto no es Canadá«. Pero si, en Canadá también hay un desierto aunque solo ocupe unas 100 hectáreas. Seguir leyendo