Llevábamos 24 horas a bordo del autobús y habíamos recorrido más de 1.100 kilómetros cuando, por fin, llegamos a Cuzco. Al ver las primeras casas nos sentimos profundamente aliviados, porque la noche se había hecho muy larga: dormir en un asiento abatible por muy «semi-cama 160º» que sea, dista mucho de ser el descanso ideal. Hace gracia pensar en cómo nos quejamos esa mañana ¡Qué poco sabíamos que ese iba a ser uno de los mejores buses que cogeríamos y que no tardaríamos en recordarlo con añoranza! Desde el mediodía que nos había entrado la prisa por llegar, Alexandra se encontraba mal, estaba mareada y sentía náuseas. De entrada podríamos diagnosticarle una sobredosis de autobús, pero en esta ruta síntomas como estos significan otra cosa: mal de altura. Seguir leyendo
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Al fin había llegado el momento de visitar Sudamérica. Este continente era nuevo para los dos y nos tenía expectantes y, porqué no decirlo, algo nerviosos. Aunque la cuestión lingüística y la afinidad cultural, de entrada, parecen quitarle bastante complicación al tramo, no por eso dejaba de producirnos ciertas dudas e inquietudes. Para compensarlas y, sobretodo, para exprimir al máximo los dos meses que habíamos pactado dedicarle a esta etapa, nos plantamos allí con un plan exhaustivo y detallado día a día. Evidentemente, 60 días no son nada para explorar un territorio tan grande y diverso como este, así que la ruta que teníamos preparada se ceñía exclusivamente a visitar «Los Imprescindibles». ¿Primera parada? Perú.