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La segunda jornada en Honolulu empezó muy pronto, antes de la salida del sol. A las 6 de la mañana nos sonó el despertador y con el tiempo justo de sacarnos las legañas nos plantamos en la playa Waikiki para ver la salida del sol y darnos un baño. No fue un amanecer especialmente vistoso porque en agosto el sol se alza por detrás del Diamond Head, pero aún así, no éramos, ni mucho menos, los únicos del lugar: algunos turistas madrugadores -y algún que otro  trasnochador- aguardaban la salida del sol mientras contemplaban a los motivados runners mañaneros y a la decena de surferos que, a unos 50 metros de la costa, esperaban el comienzo del día tumbados sobre sus tablas. Nos sorprendimos al encontrar un par de mochileros durmiendo a pierna suelta acurrucados entre bultos y hamacas de playa ante la indiferencia general. Seguir leyendo