“¿Y qué tal entre vosotros? Eso de estar todos los días juntos durante tanto tiempo… Al final tiene que ser pesado ¿no?”
Cuando regresamos a casa después de dar la vuelta al mundo, casi todos los amigos nos plantearon esta pregunta. Algunos la soltaron a bocajarro nada más vernos y otros buscaron un momento de intimidad con uno de los dos esperando una confesión sobre el sinfín de problemas de convivencia que había provocado la experiencia. Sin embargo, estuviéramos juntos o separados, nuestra respuesta siempre fue la misma: “¿Entre nosotros? Pues bien, la verdad es que muy bien”, rematada inevitablemente con una sonrisa de satisfacción imposible de reprimir.