Cuentan los indios guaranís que hace muchos años una monstruosa serpiente llamada Boi habitaba en las profundidades del río Iguazú. Era un espíritu voraz y para mantenerlo a raya las tribus de la región tenían que entregarle una doncella cada año, pero cuando le llegó la hora a la joven Naipí, Tarobá, su enamorado, se negó a aceptarlo. El valiente guaraní raptó a la chica e intentó huir con ella río abajo, pero desafortunadamente Boi los vio y descargó su monumental cuerpo sobre ellos para aplastarlos. El golpe fue tan tremendo que partió el curso del río y creó las cataratas de Iguazú, pero no satisfecho con haber frustrado la fuga, el iracundo reptil transformó a Tarobá en árbol y la cabellera de Naipí en la caída de las cascadas. Desde entonces los amados permanecen separados y para asegurarse de que no vuelven a juntarse, Boi aguarda oculto vigilándolos desde la Garganta del Diablo.
Categoría: Animales
De diciembre a marzo, la pasión más bestial e irrefrenable llega a las costas de California y se instala en algunas de sus playas. Ni la versión más hardcore de 50 Sombras de Grey os puede preparar para el espectáculo de violencia y sexualidad exaltada que tiene lugar aquí. Es la época de apareamiento de los elefantes marinos y estas criaturas no se andan con galanterías.
Penticton, vida de Workaway (2)
«Estos ciervos tienen su propio Ipod y los fines de semana van a las discotecas. Son ciervos de ciudad«
Esto es lo que nos dijo Matt con evidente hastío cuando, muy emocionados, le dijimos que un ciervo había cruzando la carretera a escasos metros de nosotros. Era nuestro segundo día en Penticton y el primero que salíamos con las bicicletas a descubrir los alrededores. Hasta entonces solo habíamos tenido la oportunidad de verlos fugazmente en la espesura del bosque en Merritt. Allí habíamos encontrado unos animales salvajes, nerviosos, moviéndose sigilosamente entre los árboles, atentos al más mínimo ruido y siempre dispuestos a huir saltando a la primera señal de alarma. Seguir leyendo
Desde pequeño he sido un enamorado de los animales. Esto es así hasta el punto de que si veo un documental de la 2 automáticamente, y al contrario de lo que le sucede a la mayoría, soy incapaz de dormirme. Me da igual si se trata de «Los leones de Ethosa» o de cualquier otro documental. Me gustan los animales. Incluso me gustan los ñus, aunque siempre que veo que aparece en pantalla empiezo a contar internamente para ver cuantos segundos sobrevive hasta que el cocodrilo de turno lo devora. No soy muy sabio pero una cosa si que he aprendido viendo documentales: si un ñu se acerca a un río de aguas turbias, muere. Si el ñu pasta alegremente por la sabana, muere. Si un pequeño ñu trota despreocupado por la llanura, muere. Esto es así, verdad absoluta y no se le puede hacer nada. Seguir leyendo