Viajar en pareja, cosas del amor…

viajar en pareja

“¿Y qué tal entre vosotros? Eso de estar todos los días juntos durante tanto tiempo… Al final tiene que ser pesado ¿no?”

Cuando regresamos a casa después de dar la vuelta al mundo, casi todos los amigos nos plantearon esta pregunta. Algunos la soltaron a bocajarro nada más vernos y otros buscaron un momento de intimidad con uno de los dos esperando una confesión sobre el sinfín de problemas de convivencia que había provocado la experiencia. Sin embargo, estuviéramos juntos o separados, nuestra respuesta siempre fue la misma: “¿Entre nosotros? Pues bien, la verdad es que muy bien”, rematada inevitablemente con una sonrisa de satisfacción imposible de reprimir.

Quizás la gente creía que viviríamos historias cargadas de drama y enfados culminadas con felices reconciliaciones en playas paradisíacas, pero la verdad es que nosotros no somos así. A estas alturas ya nos conocemos demasiado bien y los dramas nos dan mucha pereza.

Viajar es genial, pero las situaciones nuevas no son siempre agradables. A esto súmale la tensión y el estrés de la improvisación constante, la obligación de tomar decisiones sin parar, la necesidad de adaptarse, el cansancio, el calor, el hambre… la combinación de todos estos factores crea un cóctel explosivo que, si no se gestiona con tiento, puede tensar una relación e incluso herirla.

Es cierto que si uno piensa que ha pasado más de 300 días compartiendo el 100% de las experiencias con una misma persona, de entrada la idea resulta abrumadora porque, en nuestro caso, valoramos mucho nuestro individualismo, pero ¿sabéis qué? La vuelta al mundo no hubiera valido la pena si no hubiera sido un viaje de dos.

Salar de Uyuni

El placer y la satisfacción de estar viviendo un sueño, el ser conscientes que juntos hemos logrado cumplir un reto, que poco a poco a base de constancia le hemos dado forma a un proyecto que, quizás, estando solos no nos hubiéramos atrevido a emprender. El simple hecho de emprender el viaje ja era en si mismo un fruto del amor y el compromiso. Esta ha sido una aventura levantada a pulso y sostenida por la ilusión.

La clave de nuestra pareja es el equilibrio y el humor. De viaje o en casa, siempre hemos avanzado con cierta asimetría complementaria que nos ha marcado el ritmo. Cuando uno está agotado, el otro se crece y saca fuerzas para tirar del carro, si uno está de malhumor el otro hace lo posible para animar el ambiente y cuando uno tiene hambre el otro se desvive para encontrar comida. En cuestión de ánimos solemos tener cierta asimetría, pero eso nos asegura que siempre nos queda el otro para apoyarnos y seguir adelante.

Igualmente y creo que también es muy importante, tenemos la suficiente flexibilidad para asumir que aunque esta es una experiencia compartida no significa que se tengamos que pasar todo el tiempo juntos. Si, por ejemplo, uno quiere hacer un trekking y el otro no o uno estaba en modo playa y el otro en modo paseo, no hay ningún problema en ir cada uno por su cuenta y ya nos encontraremos al final del día.

Claro que el viaje nos ha llevado a situaciones tensas, pero es trabajo de la pareja saber darle la vuelta y relativizar la importancia de los enfados. Una vez, Alexandra me tiró un sandwich a la cara. De entrada no me hizo ninguna gracia (aunque no negaré que el sandwichazo fuera merecido), pero la “agresión” fue tan cómica que no pudimos más que reírnos y dejar de lado el mal humor. Creo que este punto es fundamental: hay que saber darle la vuelta a los momentos y convertir las anécdotas desagradables en incidentes cómicos porque sea como sea y sea donde sea, una buena dosis de humor siempre ayuda.

Parque Nacional de Tongariro en la Isla Norte de Nueva Zelanda

Evidentemente, este fue para nosotros el viaje del amor. De hecho, fue nuestra luna de miel porque nos casamos el mes antes de irnos. Los dos habíamos hecho viajes largos en solitario anteriormente y no nos apetecía nada repetir experiencia. Por otra parte, acabábamos de regresar de un viaje de 4 meses de mochileros por los Estados Unidos y Canadá, así que sabíamos de sobras que podíamos afrontar el reto de convivir 24horas al día y 7 días de la semana con total garantía. Todo nos encajaba. Este tenía que ser un viaje para compartir en pareja.

Nos fuimos sin miedos y armados con la certeza de saber que el viaje nos uniría aún más. Y así fue. En la extensión de la Patagonia o en las llanuras de Mongolia, en las playas de Vietnam o en las macrociudades chinas, si una cosa tenemos clara es que nuestra relación es inmune a altitudes y latitudes.

Esta entrada fue pensada gracias a la colaboración que hicimos en el blog de nuestros amigos de 365 Sábados Viajando en la entrada «Amar en tiempos viajeros«.

5 comentarios

  1. Natalia

    Me ha gustado mucho esta entrada ?. Muy sincera y clara. No hay nada mejor que encontrar un buen compañero/a de viaje.

    • Guillem&Alexandra

      Moltes gràcies guapa!

      Vosotros también tenéis suerte 🙂

      Un abrazo!

  2. Marta i Albert

    Ens ha agradat moooolt el post!! A veure si ens veiem abans de la pròxima calçotada!!
    Una abraçada!!

    • Guillem&Alexandra

      Moltes gràcies guapíssims!!!

      Una abraçada!

  3. Oscar Muñoz

    Vaya! Debe ser super viajar por el mundo, requiere mucho tiempo y dedicación, y mas si son pareja, personalmente viajar con mi esposa ha sido lo mas gratificante, acaso no han escuchado la frase que dice «Mejores son 2 que uno». Este tipo de experiencias a lado de la persona que amas es con lo que muchos sueñan.

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