¡Adiós Nueva Zelanda! ¡Adiós Tierra Media!

Apuramos las últimas horas por Nueva Zelanda y lo hacemos encargándonos de los últimos detalles logísticos. Devolver la furgoneta a la casa de alquiler y buscar cómo dormir en el aeropuerto de Christchurch nos iba a ocupar las siguientes horas antes de dar el salto a Australia y despedirnos de nuestro viaje de un mes por la Tierra Media.

Devolver la furgoneta

Se habían terminado las visitas y las horas de carretera entre paisajes impresionantes y había llegado la hora de organizarnos para el siguiente vuelo. El primer paso sería devolver la furgoneta. Era un hierro viejo y al principio no confiábamos demasiado en él, pero después de tantos días le habíamos cogido cariño. Con esta furgoneta y su hermana gemela de los primeros días, habíamos descubierto el viaje con campervan, una modalidad viajera que disfrutamos mucho.  La comodidad de viajar con tu casa a cuestas es todo un lujo! Porque, sin duda, esas furgonetas fueron nuestra casa durante muchos días y nos daba penita despedirnos de ellas.

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Salimos de la Willowbank Wildlife Reserve dónde habíamos ido para conocer el famoso kiwi neozelandés y nos fuimos hacia la oficina de Lucky Rentals, a las afueras del aeropuerto de Christchurch. Descargamos todos los cacharros y volvimos a cargarnos las mochilas a la espalda.  Acostumbrados a echarlas al asiento trasero de algún coche o furgo, ahora que volvíamos a cargarlas, parecían un poco más pesadas. Tras un chequeo rápido, los chicos de Lucky nos dieron el visto bueno y nos indicaron dónde podíamos coger el autobús para ir a la terminal del aeropuerto.

Noche en el aeropuerto

El vuelo a Sidney no salía hasta las 6.35 de la mañana, por lo que esa noche nos tocaba dormir en el aeropuerto. Hay muchos aeropuertos que controlan quien pasa la noche ahí y en el de Christchurch son especialmente cuidadosos con ello. Nuestra idea era acurrucarnos en cualquier rincón discreto y echarnos una cabezada, pero cuando empezaron a cerrar las cafeterías, un trabajador del aeropuerto vino a pedirnos los billetes y, al comprobar que nuestro vuelo salía pronto por la mañana, nos entregó una pulserita a cada uno. Además, nos dijo que no podíamos quedarnos en los sofás del McDonalds conectados al wifi, sino que teníamos que ir al lounge.

Lounge en el aeropuerto de Christchurch en la Isla Sur de Nueva Zelanda

Las plazas del lounge son limitadas, así que nos fuimos directos a buscarlo. Pagamos 5 NZD por cabeza, apuntamos nuestro nombre en una lista y nos apoderamos de un par de futones antes de que la sala se llenara. Allí hay mesas y futones para dormir, enchufes, juegos de mesa, TV wifi e incluso duchas. La verdad es que ese rato de descanso nos fue de maravilla.

Lounge en el aeropuerto de Christchurch en la Isla Sur de Nueva Zelanda

Lounge en el aeropuerto de Christchurch en la Isla Sur de Nueva Zelanda

Alexandra durmiendo «plácidamente» en el lounge del aeropuerto

Ahí esperamos hasta que llegó la hora de embarcarnos en un vuelo de la compañía Jetstar que nos había costado 424 NZD entre los dos. Era la hora de alzar el vuelo y dejar atrás casi un mes viajando en furgoneta por Nueva Zelanda. Durante esos días habíamos descubierto una nueva modalidad de viaje, habíamos disfrutado con paisajes increíbles como Rotorua, el Parque Nacional de Abel Tasman e incluso habíamos escalado montañas de la Tierra Media.

En estas últimas entradas solo os hemos enseñado fotos de pájaros, así que para variar un poco recuperamos un clásico del blog: los ciervos a pie de post. Mirad fijamente a los ojos de este animalejo y nos vemos en el siguiente país de la vuelta al mundo: ¡Australia!

ciervo