Un kiwi antes de irnos

"Un kiwi antes de irnos", último día en Nueva Zelanda

¡Último día de viaje por Nueva Zelanda! Para las horas finales de esta etapa se nos planteaba un dilema. Si hay aquí un animal típico y representativo este es, sin duda, el kiwi. Esta criaturita emplumada es todo un icono y emblema del país, tanto aprecio le tienen que utilizan el término «kiwi» como gentilicio de Nueva Zelanda. Observarlo en libertad en plena naturaleza es muy difícil debido a sus hábitos nocturnos y timidez, pero, a pesar de ello, nos resistíamos a dejar las islas sin haberlo verlo visto. Después de mucho sopesarlo, decidimos disparar el último cartucho y visitar la Willowbank Wildlife Reserve a la afueras de Christchurch, un zoo donde tendríamos la ocasión de conocer la más famosa de las aves kiwis, el kiwi.

El amanecer junto el lago

Buscando un lugar discreto para dejar la furgoneta gratis en los alrededores de Christchurch, dimos con el Lakeside Domain, un terreno al oeste del lago Ellesmer. La idea de una última noche junto al laguito pintaba muy bien, pero cuando salimos a prepararnos la cena y a contemplar las estrellas, así en plan bonito y romántico, hordas hambrientas de mosquitos se lanzaron a devorarnos. Con el paseo cancelado decidimos acostarnos pronto y descansar al máximo. La siguiente noche la pasaríamos en el aeropuerto y no había garantía alguna de reposo para las siguientes 48 horas.

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Normalmente, cuando Alexandra me despierta, me revuelvo entre las mantas y me concentro para intentar dormirla con mi fuerza mental. Nunca funciona, pero igualmente lo intento para poder estirar ni que sea 5 minutitos más en la cama. No soy persona madrugadora, pero ese día me alegré mucho de su desvelo mañanero. Cuando noté que se movía inquieta la encontré pegada a la ventana y, por el frío que flotaba en el ambiente, estaba claro que ya había salido de la furgo. «Vamos a ver el amanecer«, me dijo. En otra situación hubiera intentado negociar con ella y postergar el amanecer para más entrada la mañana, pero los impresionantes colores que teñían el cielo me arrastraron magnéticamente hacia fuera. ¡Menudo amanecer!

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Acurrucados y en silencio, paseamos junto al lago disfrutando de los increíbles colores pintados en las nubes. Rojo, rosa, naranja y azules intensos conformaban un cuadro de gran dramatismo y belleza. Fue un momento muy bonito, uno de esos momentos de paz en que solo eres capaz de pensar en aquello que ven tus ojos y el resto del mundo se desvanece a su alrededor. Sinceramente tenemos que agradecerle a los mosquitos que nos concedieran una tregua durante ese rato.

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Visitar la Willowbank Wildlife Reserve

La última visita que haríamos antes de devolver el coche e irnos hacia el aeropuerto a esperar nos generaba muchas dudas. No nos gustan los zoos y aunque reconocemos el valor didáctico y de concienciación que algunos poseen, no somos capaces de contemplar un animal enjaulado sin sentir una punzada de culpabilidad. No hay estampa más deprimente que contemplar la mirada vacía de un león languideciendo a la sombra desposeído de toda su fuerza y encogido en una jaula. A pesar de ello, a medida que pasaban los días por Nueva Zelanda, Guillem empezó a mirar de reojo los folletos de la Willowbank Wildlife Reserve, que se le aparecían de forma continua y tentadora en los puntos de información.

Ruta entre el lago Ellesmere y la Willowbank Wildlife Reserve cerca de Christchurch en la Isla Sur de Nueva Zelanda

Ruta entre el Lago Ellesmere y la Willowbank Wildlife Reserve

Se trata de un parque donde conviven los más famosos representantes de la fauna neozelandesa con una estrella indiscutible, el kiwi. Sabíamos que esa sería la única oportunidad de verlo, así que finalmente cedimos. Para justificar la decisión, nos escudamos en el valor didáctico de la reserva, en los bonitos hábitats que promocionan en la web y, sobretodo, en el importante proyecto de reintroducción de kiwis que llevan años sosteniendo.

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La entrada para un adulto cuesta 29,50 NZD, para estudiantes 24 NZD y para los niños de 5 a 14, 12 NZD. No es que sea una entrada barata, pero bueno, siendo que paseando por aquí puedes hacerte toda la mañana, tampoco es tanto. Sin embargo, si se quiere completar la visita con, por ejemplo, una bolsa de pienso para alimentar a los animales, con un «Encuentro con los lemures» o una «Experiencia maorí«, la cosa irá subiendo hasta un buen pico. Igualmente un consejo: traed comida, porque el restaurante que hay aquí no se ajusta mucho al presupuesto mochilero.

A parte de recuperar kiwis, la reserva también hace lo propio con otras especies autóctonas amenazadas como son la cerceta parda (un pato marrón) y algunos reptiles como el geco Duvaucel y la tuátara. A parte de estos animales salvajes, también se han volcado en la preservación de especies domésticas propias de Nueva Zelanda. Gracias a la Willowbank Wildlife Reserve, las ovejas, cabras, asnos y cerdos neozelandeses nunca desaparecerán.

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La hermosura que contempláis bajo estas líneas es el kunekune, un cerdo peludo que a punto estuvo de desaparecer. En 1980 solo quedaban unos 50 pura sangre, pero hoy en día gracias a las labores de conservación se ha logrado sacarlo de la lista de especies amenazadas. Se trata del descendiente endémico de algún tipo de cerdo asiático introducido en el siglo XIX por los balleneros que recalaron en las islas. Los locales lo bautizaron con un nombre que en lengua maorí significa «gordo y redondo». ¿Supongo que no hace falta explicar el porqué no?  Dato freak: el cerdo que monta el rey enano Dáin Piedehierro en la última película de El Hobbit es un kunekune. Ya sabéis que Peter Jackson siempre barre para casa, incluso cuando la cosa va de cerdos feos y gordos.

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Es verle y que te entren ganas de achucharlo ¿eh?

Una de las sorpresas de la visita fue contemplar el tuátara. Para alguien menos entendido/freak que Guillem, estaríamos ante poco más que un lagarto verdoso, pero no nos equivoquemos. ¡Esto es un tuátara! Una especie que se remonta 200 millones de años. Miradlo bien porque este bichejo ¡convivió con los dinosaurios! El tuátara es un animal prehistórico, un auténtico fósil viviente.

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En maorí tuátara significa «espalda espinosa»

Cara a cara con el kiwi

Los kiwis son aves nocturnas y rehuyen el sol. Es por esto que tiene dos hábitats distinto, uno exterior para las noches y otro interior para el día. Durante las horas de luz los exteriores están vacíos y, además, la vegetación es allí tan densa que aunque estuvieran correteando a pocos metros de ti, sería difícil verlos. Más fácil es observarlos en el hábitat indoor donde, con paciencia y atención se pueden observar sus furtivas sombras correteando entre la maleza. El hábitat es grande y está muy bien cuidado, pero, inquietos por los visitantes, vimos un par de ejemplares que se movían de un lado al otro de forma repetitiva, actitud propia de los animales estresados. Combinar un programa de rehabilitación con un público de niños gritones es más complicado que esto.

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Hábitat nocturno indoor

Habíamos ido hasta allí solo por ellos, así que queríamos ver algo más que una sombra fugaz. A unas horas marcadas que se anuncian a lo largo del parque, los cuidadores ofrecen la posibilidad de contemplar un kiwi de cerca. Como os podéis imaginar, allí estábamos nosotros a la hora convenida. Entre un excitado público infantil (más Guillem a primera fila), los encargados mostraron un joven ejemplar hembra de kiwi. El animal, muy nervioso y siempre buscando cobijarse entre los brazos de su cuidadora, afrontó con paciencia el trámite y, entre pataleo y sacudidas, consintió que lo pesaron y midieran. ¡Por fin lo veíamos! ¡Un auténtico kiwi!

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En general la visita a la Willowbank Wildlife Reserve nos gustó, porque se trata de un lugar muy amable que desempeña una valiosa labor de preservación de especies autóctonas. Paseando por aquí uno tiene la sensación de pasear por un jardín, pero por mucho que recurran a la idea de «reserva», no podíamos evitar la desagradable sensación de estar visitando un zoo. Es cierto que los hábitats son grandes y su diseño está cuidado para que los visitantes no molesten excesivamente a los animales, es verdad que hay una predominancia de la vegetación que hacen que olvides que estás caminando entre jaulas, pero que el bosque no nos oculte los barrotes. A propósito de los animales locales no tenemos ningún reproche, pero ¿a qué vienen los lemúres y los monos? Estos animales, incluidos por el gancho que tienen con el público familiar, están claramente fuera de lugar y eso se nota en sus espacios, más pequeños y artificiales que los demás.

1 comentario

  1. Julio Antonio Rios Ortiz

    Buenos Dias mi nombre es Julio Antonio Rios Ortiz y tengo 2 hijos con problemas de salud Celin y Enmanuel me intereza conseguir trabajo asi Como este vivo en Cuba. por favor orientenme gracias DE antemano Julio

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