Milford Sound, el fiordo más famoso de Nueva Zelanda

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Aclamado como la atracción turística número uno de Nueva Zelanda y como uno de sus paisajes más atractivos, el fiordo de Milford Sound sintetiza la belleza natural del país en un magnífico despliegue de roca y agua que encandila a todo aquel que navega sus apacibles corrientes. Partiendo del pueblo de Te Anau nos adentramos en el Fiorland National Park en busca de su joya más preciada y, por el camino, disfrutamos de los sugerentes paisajes del extremo sur oeste de la Isla Sur.

De Queenstown a Te Anau

Al mediodía nos despedimos de la Tierra Media y de Ian, el autoestopista alemán, y nos fuimos hacia el aeropuerto de Queenstown a buscar la oficina de Jucy Rentals para devolverles la furgoneta que habíamos llevado los últimos días. Aunque desde el principio habíamos intentado ahorrar recurriendo a vehículos de relocation, tan al sur resultó imposible encontrar alguno que se adaptara a nuestros planes y tras esta entrega no nos quedó otra opción que alquilar.

Elegimos un coche pequeño, un Mitsubishi Lancer, de la compañía EZI. Descartamos otra furgoneta por el precio y porque en la zona alrededor del Fiorland National Park no hay zonas habilitadas para pasar la noche gratis de forma legal. Lo habíamos leído en varios foros y los lugareños nos lo confirmaron: los rangers se aplican concienzudamente a su trabajo y se aseguran de que nadie pernocte donde no toca. No teníamos ganas de despertarnos con una receta enganchada en el limpiaparabrisas –¡suficiente hemos pagado ya!-, así que decidimos que esas noches las pasaríamos en un camping. Está claro que siempre queda la opción de internarse en algún camino perdido para pasar desapercibido, pero la opción de dormir entre cuatro paredes también nos atraía.

Ruta de Queenstown a Te Anau en la Isla Sur de Nueva Zelanda

Ruta de Queenstown a Te Anau

Salimos del aeropuerto alrededor de las 5 de la tarde, tomamos la highway 6 dirección sur y antes de que cayera el sol ya estábamos en Te Anau, pueblo base para explorar los fiordos. Sed previsores y que no os pase como a nosotros: no hay muchas gasolineras en la zona y el último tramo lo pasamos con  un ojo pegado a las agujas y con los dedos cruzados. Esa noche la pasamos cómodamente en una pequeña casita en el camping Te Anau Lakeview Kiwi Holidaypark junto al lago.  Nos preparamos la cena en la cocina compartida y después de un episodio de The Wire, nos acostamos con toda la jerga de los suburbios de Baltimore resonando en nuestras cabezas. Aún me maravilla que los guionistas fueran capaces de articular toda una escena utilizando solo la palabra fuck.

El camino hacia Milford Sound

Aunque Te Anau es la localidad más cercana al fiordo, 121 kilómetros separan un lugar del otro. El trayecto que los une está cargado de atractivos, así que para aprovecharlo empezamos el día prontito. La primera parada fue el punto de información del Fiorland National Park que se encuentra en la misma carretera que el camping. Allí, una simpática ranger nos dio un mapa y una hoja donde aparecen marcadas las paradas más recomendables a lo largo de la highway 94, carretera que lleva hasta Milford Sound. Os recomendamos que os hagáis con una copia del folleto o que le echéis un ojo a este enlace con el documento.

Ruta de Te Anau al fiordo de Milford sound en la Isla Sur de Nueva Zelanda

Aunque se puede recorrer en algo más de unas 2 horas, llegar hasta el final de la apacible carretera nos llevó el doble de tiempo. Por el camino nos encontramos con unos paisajes tan bonitos que resultó muy difícil resistirse a las continuas paradas. En nuestro ranking personal, sin duda colocaremos este tramo como una de las carreteras más bonitas de Nueva Zelanda.

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Ya dentro de los límites del parque y tras cruzar los Te Anau Downs, entramos en el valle de Eglinton, una estrecha hondonada de origen glaciar travesada por el río que lleva el mismo nombre. Cuando nos detuvimos a pasear por allí, -dile pasear, dile mear detrás de un árbol- nos adelantaron los primeros autobuses cargados de turistas. Muchos visitantes llegan hasta aquí en excursiones organizadas, algunos salen desde Te Anau, pero también los hay que vienen de Queenstown. Tanto bus provoca que en temporada alta haya picos de asistencia alrededor del mediodía. Si os apetece disfrutar del rincón con un poco más de tranquilidad, os recomendamos que evitéis esas horas.

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El siguiente alto fue el mirador Hollyford Valley Lookout Pop’s view desde donde se puede observar el hielo resistiéndose al calor en la cima de los picos de las Darren Mountains y el valle que se extiende a sus pies.

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Seguimos dirección norte y justo antes de llegar al fiordo cruzamos el Homer tunnel. Este paso de 1,2 kilómetros está habilitado en un solo sentido, así que cuando lleguéis es muy probable que os toque hacer cola.

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Catarata junto el acceso del túnel

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Hielo acumulado en la parte superior de la cascada

Si esperar la luz verde durante 15 minutos se os hace largo, podéis aprovechar el rato para avistar alguno de los keas que viven en la zona. Este descarado pájaro es la única especie de loro alpino del mundo y aunque no destaca por su plumaje colorido es un animal bastante curioso de ver. Nosotros no tuvimos suerte, todavía tendríamos que esperar unos días para encontrarnos cara a cara con loro neozelandés .

Un crucero hasta el mar de Tasmania

El fiordo de Milford Sound es una lengua de agua proveniente del mar de Tasmania que se abre paso unos 15 kilómetros tierra adentro. Encajonado entre impresionantes paredes de roca y montañas tapizadas con esplendorosos bosques de un verde brillante, forma un conjunto de belleza dramática. Un simple vistazo sirve para comprender la masiva afluencia que atrae. Durante sus exploraciones, el capitán James Cook bordeó esta costa y aunque avistó la entrada al fiordo, descartó explorar más allá pues la entrada le pareció tan estrecha que descartó que pudiera esconder nada de interés. El hecho de que las altas paredes del fiordo sean una especie de túnel del viento también hizo que los navegantes se echaran para atrás pues suponía un peligro extremo para sus embarcaciones de vela.

Esta región, conocida por los pueblos aborígenes desde antaño como uno de los mejores enclaves para aprovisionarse del valioso jade, es una de las áreas más despobladas de la isla. Pese a su remoto enclave , Milford Sound es el único fiordo al que se puede acceder directamente por carretera, condición que ha permitido que se imponga como polo turístico a otros igualmente meritorios como es el cercano Doubtful Sound.

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A la izquierda vemos el Mitre Peak con una corona de nubes alzándose 1.692 metros por encima del mar

Para cuando llegamos a la zona de aparcamiento del fiordo, ya eran las 12 del mediodía. Entramos al edificio del muelle para hacer el check in de la reserva y nos quedamos con la boca abierta ¡Pero qué montón de gente había allí dentro! Hasta el momento la Isla Sur nos había parecido un lugar de lo más apacible y tranquilo donde habíamos visto más ovejas que personas, pero entonces nos encajó todo ¡toda la gente estaba ahí concentrada! Como suele ser habitual, abundaban los grupos de asiáticos, moviéndose en rebaño y expandiéndose de forma constante hasta ocupar, indiferente a cuántos les rodean, todo el espacio disponible.

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Son muchas las compañías que ofrecen cruceros por el fiordo, pero nosotros elegimos hacerlo con Jucy Cruise -si, los mismos que alquilan furgonetas-, porque ofrecen los precios más ajustados. Reservamos el día anterior a través del camping en el que nos alojamos y nos costó 45 NZD por cabeza. El precio del pasaje varia en función de la franja horaria en que se haga el paseo, siendo mediodía la más cara. Aprovechando una promoción que ofrecía el camping de Te Anau, elegimos la hora más conveniente con el precio más barato, el equivalente a primera hora de la mañana, pero sin tener que madrugar.

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El paseo comenzó a la una y cuarto y en total duró una hora y media. Por suerte, los grupos organizados de asiáticos no suelen elegir precisamente la opción más barata, lo que ayudó a tener un viaje más plácido de lo que augurábamos en un principio.

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La primera parte del crucero transcurrió junto a la orilla sur, contemplando las paredes de roca y los hilos de agua que, aquí y allá, saltan desde las alturas precipitándose al fiordo.  Este verde rincón debe su frondosidad a la abundancia de lluvias que, de hecho, lo convierten en uno de los lugares más húmedos del país. La gran cantidad de agua que se vierte aquí provoca que nunca falten cataratas más o menos grandes.

Desde la cubierta superior disfrutamos de la tranquilidad del paseo hasta que alcanzamos la boca de la entrada, punto que marcaba el punto más alejado del trayecto.

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Allí, tras  esas rocas se extiende el mar de Tasmania

Tras la fugaz visión del mar abierto, giramos e iniciamos la vuelta. El paisaje es el mismo, pero los dos coincidimos en que esta segunda parte nos gustó más que la primera, aunque solo fuera porque dejamos el sol a nuestra espalda y podíamos contemplar con más detalle los detalles del abrupto paso.

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Tuvimos la oportunidad de ver algunos de los habitantes del vecindario, algunas aves marinas y, sobretodo, leones marinos perezosamente tumbados al sol. A parte de estos, pingüinos, delfines y ballenas también son habituales del lugar aunque no se dejan ver tan fácilmente.

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Recorriendo el margen norte, pasamos cerca de las cataratas de Stirling Falls Lady Bowen Falls, las dos únicas que permanece fijas durante todo el año. Sin duda, los saltos de agua son el elemento que más embellece el conjunto y si venís aquí un día de lluvia o poco después de un gran chubasco disfrutaréis de un espectáculo sin igual.

Para que pudiéramos apreciar toda su belleza, el capitán acercó la embarcación hasta pocos metros de la caída previo aviso para «esconder todas las cámaras y aparatos que no sean a prueba de agua«. Suerte que lo dijo, porque los que aguantamos en cubierta terminamos calados de pies a cabeza. Nos encanta sentir la sobrecogedora fuerza que transmite una catarata cuando se contempla desde tan cerca. ¡Uno se siente tan pequeño!

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Stirling Falls

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Contemplación y posado al final del crucero

De vuelta a Te Anau

De regreso, con uno de los grandes nombres tachado de la lista, nos detuvimos a pasear con la calma por The Chasm, parada inmediatamente anterior a cruzar de nuevo el Homer Tunnel. Este recorrido circular de unos 20 minutos permite observar como el río Cleddau se ha abierto paso a través de las rocas esculpiéndolas en caprichosas formas.

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También nos detuvimos en el Monkey Creek para beber del arroyo que, presuntamente, es la fuente de la eterna juventud. O al menos eso es lo que dice el panfleto del parque. Sea cierto o no, por si a caso, aprovechamos para beber de este agua que desciende directamente del hielo que adorna los picos cercanos.

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Con lo que bebió, Guillem se aseguró vivir hasta los 500 como mínimo

La última parada, cuando el sol empezaba a esconderse, fueron los Mirror Lakes. Estas charcas de aguas mansas son fácilmente accesibles desde la carretera y apenas hay que recorrer unos 400 metros para contemplarlas y regresar al coche. Son una parada muy recomendable, tanto como para estirar las piernas como para contemplar un bonito paisaje y despedirnos del parque nacional.

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Earl Mountains reflejadas en la superficie del lago

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Allí nos quedamos hasta que el sol despareció detrás de las montañas. La oscuridad se nos echó encima y cuando llegamos a Te Anau ya era completamente de noche. Después de esta visita, reconocemos que el conjunto hace que el fiordo se merezca el nada despreciable apelativo de «imprescindible de la Isla Sur«, pero, para seros sinceros, también admitiremos que nos fuimos de allí con la sensación de que esperábamos un poco más. Quizás fue porque no había tantas cataratas como podría haber sido el caso, pero sea como sea somos conscientes de que no fue cosa del fiordo, sino nuestra. Nos habían hablado tan bien y habíamos visto fotografías tan espectaculares que nos habíamos formado unas expectativas excesivamente altas de lo que encontraríamos.

1 comentario

  1. Diego

    Muy buena data, super en cuenta lo tendré para el viaje que estoy armando para conocer por fin nueva zelanda! consulta, ¿sabes si hay paseos de mayor duración o solo hora y media? me gustaría hacer algo relajado, alguna comida a bordo, etc.

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