Nosotros no lo sabíamos, pero la primera vez que vimos su trabajo fue durante esas mañanas de fin de semana en que nos encandilábamos ante el televisor mirando las aventuras fantásticas de Xena: la princesa guerrera. Sin embargo, no fue hasta varios años después, con la aparición de El Señor de los Anillos de Peter Jackson, que su nombre llegó al gran público y hoy, con 5 premios Óscar y 4 BAFTA en su haber, nadie duda de que la empresa neozelandesa Weta Workshop es una de las mejores en el campo de los efectos especiales y en la construcción de accesorios para películas. ¡Ahí están las trilogías de la Tierra Media o Avatar para demostrarlo!
Llegamos a la capital
Después del paseo por Mordor condujimos hasta llegar al pueblo de Raetihi donde pasamos la noche en un camping. ¡No hace falta decir que caímos rendidos! A la mañana siguiente, algo perezosos y con unos andares extraños provocados por las inclementes agujetas, pusimos rumbo a Wellington, la capital de Nueva Zelanda. Este iba a ser el último día de viaje por la Isla Norte, pero antes haríamos una visita muy importante. Si, estáis en lo cierto, otra freakada.
Situada en el estrecho de Cook, Wellington es la segunda ciudad más poblada del país y presume de ser la capital más austral del planeta. Ostenta el título desde 1865 cuando desbancó a Auckland, porque, al parecer, los políticos de la época temían que los habitantes de la Isla Sur se apoderaran de las minas de oro y decidieran independizarse. ¡Había que vigilarlos de cerca!
La oferta cultural y turística que la ciudad ofrece al visitante no es nada despreciable y, de haber tenido algo más de tiempo, seguro que lo habríamos invertido en pasear por el puerto, visitar el Museo Nacional, el Museo de Wellington o quizás la iglesia de Old Saint Paul. Pero teníamos medio día y un objetivo muy claro: visitar el cuartel general de Weta Workshop.
Haciendo magia
En el corazón del barrio de Miramar se encuentra la sede de Weta Workshop, la más importante de las empresas de la floreciente industria cinematográfica neozelandesa. Atrás han quedado los tiempos en que sus fundadores, Richard Taylor y Tania Rodger, tenían que trabajar desde su propia casa, porque en la actualidad, con más de 20 años de trayectoria a sus espaldas, disponen de varias naves industriales y emplean a más de 200 artistas. Entre su personal hay profesionales con bagajes muy distintos, pero con un objetivo común: convertir las ideas en realidad.

El nombre se lo deben al weta, un grillo endémico de Nueva Zelanda. Un pequeño monstruo para representar una compañía que se dedica a crear criaturas fantásticas parece bastante apropiado ¿verdad?
Dibujantes, diseñadores gráficos, animadores 3D, pero también herreros y carpinteros tienen cabida en esta gran casa de las ideas. Si alguien puede imaginarlo, ellos pueden crearlo. Efectos digitales, maquillajes imposibles, maquinaria funcional e incluso un simple botijo: esta gente te hace lo que quieras. Solo para que os hagáis una idea, han participado en Master&Commander, El último samurai, Hellboy, Las Crónicas de Narnia, la coreana The host, la inquietante 30 días en la oscuridad, la súper taquillera Avatar, el chasco del retorno de Indiana Jones, Godzilla, Spiderman, El hombre de acero, Chappie o la última de Mad Max. ¡Y esto solo por destacar algunas!
No obstante, su historia de éxito no hubiera sido la misma de no haber sido por Peter Jackson quien, por cierto, también vive en el barrio de Miramar y en la actualidad es uno de los socio de la empresa. Se juntaron por primera vez en 1987, cuando Jackson era todavía un completo desconocido, para realizar un proyecto un tanto extraño, Bad Taste. La crítica no lo recibió muy bien, pero igualmente se había dado inicio a una fructífera relación que los llevó a hacer Meet the Feebles, Braindead y su mono-rata y Heavenly Creatures, producción que, esta vez si, gustó a la crítica y que supuso el debut cinematográfico de Kate Winslet.
El director se hizo con un merecido hueco en la industria y de su mano la empresa de efectos especiales. Volvieron a reunirse en 1997 para sumergirse en el universo que lo cambiaría todo y que los catapultaría a la fama mundial: El Señor de los Anillos.
Visitar la Weta Cave
No nos costó demasiado aparcar la furgoneta en este tranquilo barrio residencial. Como siempre, la cerramos a cal y canto y salimos al trote hacia el edificio que acabábamos de ver unos metros calle abajo.
Los tres trolls de El Hobbit fueron los encargados de recibirnos en la entrada de la Weta Cave. ¡Menuda primera impresión! Las tres criaturas están representadas a tamaño real y con un realismo increíble. Mirándolos de cerca uno puede sorprenderse viendo las venas bajo los pliegues de la piel estriada o incluso ver como le gotean los mocos a uno de estos torpes descerebrados.
La «Cueva» es la tienda-museo que la empresa tiene abierta al público. La entrada es libre y es un imprescindible para los amantes de la Tierra Media. Como aficionado a este mundillo preferiría descartar la visita a la mayoría de escenarios de las películas, solo por venir aquí. Sin duda, vale mucho más la pena que mirar un prado desnudo e intentar imaginar como lucía hace 10 años. En la tienda encontraréis toda clase de merchandising relacionado con las producciones de Weta. Si alguna vez habéis pensado que necesitáis una hacha enana, aquí la encontraréis. Claro que si alguna vez habéis creído que necesitáis una hacha enana, puede que también necesitéis ayuda profesional.
Dentro de la tienda y en una sala contigua hay una pequeña exposición con las célebres estatuas coleccionables producidas por los artistas de Weta y también algunos de los elementos de atrezzo más icónicos de las películas.

Los auténticos cascos de Boca de Sauron, del Rey de los Muertos, de la guardia real de Minas Tirith y de Isildur
Para acabar esta sesión de babeo, tienen una sala donde se emite un documental de una media hora sobre los orígenes de Weta Workshop y sobre el trabajo realizado por sus distintas secciones. Interesante para el público general, pero no añade mucho si ya has visto los extras de los DVDs de las versiones extendidas.
El interior de la creación
Hasta aquí la visita ya había valido la pena, pero habíamos venido a por más. Habíamos venido a visitar el interior de Weta Workshop, queríamos ver el lugar donde se crean los efectos que hacen soñar a miles de personas y que nos han asombrado en tantas y tantas películas. Para esta visita tras bastidores hay que comprar una entrada que cuesta 24 NZD para los adultos y que se pueden reservar las entradas a través de su página web. Es una lástima no poder enseñaros nada de esta parte de la visita ya que no está permitido tomar fotografías del interior de los talleres. Si os gustaron las películas os aseguramos que esta visita os encantará.
Durante unos breves 45 minutos, un trabajador de la empresa, katana en mano, nos guió a través de un par de salas explicándonos los entresijos del funcionamiento interno de la empresa y el proceso que transcurre desde que los dibujantes esbozan el primer concepto hasta que la idea se convierte en un elemento real. Las explicaciones son interesantes, pero lo mejor es perderse contemplando la infinidad de objetos de la saga de la Tierra Media que decoran las paredes de las salas: espadas, hachas, lanzas, escudos, armaduras. En un lugar destacado tienen el auténtico traje de Sauron y, todo sea dicho, impresiona mucho menos cuando se ve de cerca y se comprueba que esta hecho de plástico blandurrio.
El cine
Todavía procesando lo que habíamos visto y después de haber hecho algo de gasto en la tienda, regresamos a la furgoneta. A punto estábamos de irnos del barrio cuando, por casualidad, nos encontramos delante del cine Roxy.
El edificio nos resultaba familiar porque allí se hizo el primer pase de El Hobbit: La Batalla de los 5 ejércitos, pero no fue eso lo que más nos llamó. Frente al cine hay una de las mejores estatuas que hemos visto hasta el momento: ¡un Gandalf de bronce! A sus pies hay una placa con una de las frases más memorables del mago gris: «Todo lo que podemos hacer es decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado«. Gran reflexión del mago errante. ¿Quizás vale la pena darle un par de vueltas no os parece? La figura, que reproduce a la perfección los rasgos del actor Ian McKellen, es obra del equipo de Weta.
Después de la visita al decorado de Hobbiton y el ascenso al Monte del Destino en el Parque Nacional de Tongariro, habíamos completado nuestra propia trilogía neozelandesa. Aún nos quedaban por ver algunos rincones relacionados con las películas, pero nada igualó el poder evocador y el fetichismo freak com estas tres visitas. Ni siquiera el encontrarnos cara a cara con el Anillo Único, aunque eso es una historia que os contaremos más adelante.
Subiendo al Monte Victoria para contemplar la ciudad de Wellington, pusimos punto y final a nuestro recorrido por la Isla Norte ya que esa misma noche tomamos el ferry que nos llevó hacia la Isla Sur.
wooooooooooooooooooooow vamos esto también va al cajón de visitas si o si en caso de pisar NZ jejeje
muchas gracias por la info! ^_^
El decorado de Hobbiton y el taller de Weta Workshop de las mejores visitas para amantes de la Tierra Media sin dudarlo. Cuando estás frente a uno de los escenarios a penas se reconoce nada porque ya han pasado mucho años y sin retoque digital, pues como que no es lo mismo, pero poder mirar de cerca los detalles de armas y armaduras de las pelis… ¡Increíble!