“No se entra así como así en Mordor ” dice Boromir muy angustiado en La Comunidad del anillo. Es cierto que el oscuro hogar de Sauron todavía es un destino infranqueable para los viajeros, pero lo que si se puede visitar es su alter ego neozelandés, el Parque Nacional de Tongariro. El más antiguo de los parques del país fue el escenario donde se grabaron muchas de las escenas del reino tenebroso que vimos en la trilogía de El Señor de los Anillos. Ese día cruzamos campos de ceniza, llanuras volcánicas e incluso escalamos hasta la cima del Monte del Destino en una caminata increíble.
Las alarmas sonaron pronto esa mañana y cuando salimos a desayunar, los vecinos de la furgoneta de al lado ya estaban levantados, acurrucados por el frío mañanero y taza de café en mano. Igual que la noche anterior, seguían disfrazados de zorros, pero a la luz del día la imagen resultaba bastante cómica al tratarse de dos adultos enfundados en pijamas infantiles. Fue una suerte encontrar a esos dos franceses en el Kaimanawa Forest Park, porque habían ido hasta allí con la misma idea que nosotros: encontrar a otros que quisieran hacer el trekking del Tongariro.
La cuestión es que el Alpine crossing no es un recorrido circular si no que empieza en un punto y termina 20 kilómetros más allá. Si al acabar, cansado de la travesía, necesitas volver al principio porque has aparcado allí, tendrás que pagar los 30 NZD que cuesta el servicio lanzadera que conecta los extremos de la ruta. Coincidíamos en la idea de ahorrar, así que hicimos lo siguiente: condujimos cada uno en su furgoneta hasta el final del camino, dejamos la suya, montamos todos en nuestra Toyota y nos fuimos hasta el comienzo. Al finalizar, haríamos lo mismo pero a la inversa.
El Tongariro Alpine Crossing
Llegamos al punto de partida, el parquing de Mangatepopo, poco antes de las 9 de la mañana. Por delante teníamos 19,4 kilómetros de camino y toda una jornada para dedicarnos a ello. No teníamos ninguna intención de correr, pero nos habíamos propuesto hacerlo en menos de 9 horas. Aunque el camino puede hacerse en sentido inverso, empezando por el parquing de Ketetahi y terminando en Mangatepopo, la que elegimos es la dirección más recomendable por una cuestión de desnivel. No olvidéis llevar agua y comida suficiente y pensad que vais a pasar al menos medio día en el camino y que las condiciones meteorológicas pueden ser muy variables.
Primera etapa
Empezamos muy motivados: habíamos desayunado bien, las mochilas no pesaban, hacía fresquito y el camino parecía sencillo. De hecho, los primeros kilómetros son por encima de una pasarela junto a un pequeño arroyo y apenas hay escalones. Un comienzo muy suave y apto para todos los públicos.
Tardamos una hora en llegar hasta el desvío de Soda Spring, una cascada a 15 minutos del camino principal. Los matorrales bajos habían cedido terreno frente a la desolación volcánica y ¡empezábamos a sentirnos en Mordor! Las localizaciones exactas están fuera de la ruta, pero aquí uno se siente transportado al escenario de esa primera batalla entre los ejércitos de la Última Alianza y los de Sauron que se ve en el prólogo de La Compañía del Anillo.
Segunda etapa
Antes de empezar este tramo hicimos una pausa. No es que estubiéramos cansados, pero intuíamos lo que nos venía encima: era el momento de las cuestas. Desde el desvío de Soda Spring hasta llegar al South Crater hay que ascender una sección conocida como las Escaleras del Diablo. ¿Pinta divertido y agradable eh? Aquí es donde la mochila empieza a pesar y cuando la chaqueta ya sobra. Aquí es donde el paseo se convierte en trekking. ¿No creeríais que Mordor iba a ser tan fácil no?
No os preocupéis si os empieza a faltar el aliento porque siempre podéis recorrer a esa antigua técnica del postureo conocida como «Espera que voy a echar una foto«. No os preocupéis de nada, a medida que subáis el camino os dará razones de sobras para mantener la coartada y el orgullo intacto.
Esta segunda etapa termina cuando se llega a la encrucijada donde se separan los que han venido hasta aquí a estirar las piernas y los que han venido a salvar la Tierra Media. Aunque para muchos la parte plana del South Crater es solo una parada técnica, los hay que al llegar aquí sienten la llamada irrefrenable de trepar las laderas del volcán Ngauruhoe. ¿Porqué? Pues porque esta montaña fue la utilizada para representar el Monte del Destino en las películas de Peter Jackson. Aquí se forjó el anillo Único y es el destino final del periplo de los hobbits. Evidentemente, subir hasta allí era un obligatorio para Guillem aunque eso supusiera un extra de kilómetros en la ruta, pero no era tan imprescindible para Alexandra que decidió esperarle abajo.
El ascenso al Monte del Destino
Antes de empezar pensaba: «Si dos hobbits flojeras, panzudos y descalzos lo lograron ¿Cómo no voy a poder yo?» Pero aunque el fuego y la lava se añadieron en posproducción, el camino de subida sigue siendo complicado. Antes de empezar hay que plantearse seriamente si uno es capaz de lograrlo, esta no es una senda apta para todos los públicos. Las empinadas laderas están cubiertas de una arena muy fina y resbaladiza, los pies se hunden continuamente en ella y cada paso resulta agotador. Además, hay piedras sueltas por todas partes y si no se va con cuidado puedes terminar con un tobillo torcido.
La manera más sencilla es subir a través de la cresta rocosa que hay a mano izquierda, porque aunque algún tramo tenga que hacerse medio escalando, sigue siendo lo más seguro. De entrada erré el camino y trepé por la zona de arena suelta, pero al ver la inestabilidad del terreno me desvié hasta la zona de las grandes piedras. A mitad del ascenso, el viento arrastró una densa niebla que lo envolvió todo y sumió el paisaje en una atmósfera un tanto siniestra y dramática. Fue una odisea muy intensa y tardé una hora en poner un pie en la cima. De todo el trekking esta es, sin lugar a dudas, la parte más dura y complicada.
Pero la dificultat tiene su recompensa, porque cuando llegué arriba estaba completamente solo para disfrutar del lugar (o eso creo porque la niebla no dejaba ver más allá de los 3 metros). Di la vuelta alrededor del cráter e incluso, por unos instantes, logré ver el interior del cono. No son pocos los que llegan hasta aquí y, simbólicamente, arrojan un anillo emulando la hazaña de Frodo. Reconozco que la estampa y el gesto me resultaban extremadamente suggerente, pero solo de imaginar la estampada que me hubiera pegado Alex si llego a tirar el anillo de boda en esta «vuelta al mundo-luna de miel» hizo que me replanteara el gesto épico.

Al bordear el volcán hay que andar por algunos pasos bastante estrechos con la empinada ladera a un lado y con la caída hacia el interior del cráter al otro
Todo lo que tiene de arduo y pesado el ascenso lo tiene de rápido y divertido el descenso. Para bajar solo hay que seguir los caminos marcados en la arena, inclinar el cuerpo hacia atrás, clavar los talones y dejarse llevar en una frenética carrera cuesta abajo. Es muy divertido, como lo es ver a la gente rodando y cayéndose de bruces. Que la emoción no os venza: hay que ser precabido para no terminar como el francés que nos acompañó y su pierna sangrante.
De bajada encontramos una chica que había cometido el error de subir por el camino de arena. Había recorrido un buen trecho y ya estaba a la mitad de la montaña, pero llegada a ese punto era incapaz de seguir adelante. Le daba miedo bajar por el peligro a caer rodando y no se veía con fuerzas de seguir adelante. A la pobre se le escapaban las lágrimas de impotencia, así que con el francés la ayudamos a desviarse a través de un inestable terraplén y llegar a la cresta de rocas. Allí la dejamos con un grupo de mediana edad que también estaba arrepintiéndose de la subida.
El descenso, pese a las caídas, no dejó ninguna magulladura aunque la fricción con las piedras limó la suela de mis bambas hasta dejarla lisa y con algún que otro agujero.
Tercera etapa
Tras cumplir la misión freak del día, había llegado el momento de descansar y comer para reponer fuerzas y, ya de paso, aligerar la mochila. Media hora de parón, cruzamos la llanura del interior del South Crater y trepamos por la ladera. Este tramo es bastante pesado porque hay muchas subidas, hay que moverse por veredas estrechas entre terraplenes y, además, está muy expuesto al viento.
Desde el Monte del Destino hasta alcanzar el Cráter rojo tardamos una hora más.
Cuarta etapa
Es el momento de aprovechar las bonitas vistas sobre los lagos esmeralda para detenerse y recuperarse un poco. Bajar hasta ellos puede ser un poco traicionero, porque el camino es estrecho y la tierra suelta echará a correr bajo vuestros pies a cada paso que deis. No es que sea complicado, pero es mejor hacerlo poco a poco. Si tenéis palos de trekking, este es el momento de sacarlos.
Los intensos colores de las lagunas y el olor a sulfuro delatan la proximidad con la zona volcánicamente activa del parque. Pausa de cinco minutos y otra vez hacia arriba, hasta llegar al gran lago azul. Vale la pena detenerse a media subida para observar la planície y contemplar la marca trazada por el avance de la lava. Ir del cráter rojo hasta el lago azul nos llevó otra hora.
Quinta etapa
Seguimos y entramos en la zona más «peligrosa». Aunque el camino a partir de aquí es más sencillo, nos internamos en una área donde el riesgo volcánico es real y antes de proseguir hay que comprovar que el paso esté abierto. Incluso si no hay ningún peligro, la simple posibilidad de que la montaña estalle es razón suficiente para no bajar el ritmo.
Subimos la última cuesta y con gran alegría y alivio empezamos la gran bajada que lleva hasta el final. Por eso os decíamos al principio que es mejor empezar por Mangatepopo, cuando ya estás cansado y con ganas de llegar, todo lo que queda es cuesta abajo. En este tramo el paisaje volvió a cambiar y los campos de arena y rocas se convirtieron en colinas cubiertas de matorrales alpinos.
El camino desciende en zig-zag por la ladera del monte ofreciendo vistas sobre el lago Taupo y sobre el final de recorrido. Saber que ya estábamos «cerca» nos animó a redoblar el paso.
Ver que la colina contigua a la nuestra humeaba y todos esos carteles que nos azuzaban para que no nos detuviéramos, también nos ayudaron a mantener el ritmo. Este tramo nos llevó alrededor de una hora.

Sexta etapa
El último tramo, arropados por un frondoso y umbrío bosque, fue el que se nos hizo más largo. Estábamos cansados y ya podíamos saborear el placer del reto cumplido, pero parecía que el camino se negaba a terminar. Al final, con el «creo que esta curva y ya estamos» se nos fue una hora y media más. Pero al final lo vimos, allí entre los árboles, asomó el techo del puesto de información del parquing de Ketetahi. ¡Lo logramos! Entramos y salimos de Mordor en menos de 8 horas y media.
Habíamos emulado la misma hazaña que los hobbits con el anillo y habíamos disfrutado cruzando el increíble páramo volcánico donde Peter Jackson localizó el Monte del Destino, la batalla de la Última Alianza y las Puertas Negras. Una hazaña memorable, aunque no tardaríamos mucho en plantearnos ¿porqué Tolkien no añadió un apéndice en el que hablara de las terribles agujetas que sufrieron los hobbits el día después? Este detalle le hubiera añadido mucho realismo a la historia.
Hola,
Un trekking mítico y extraordinario, que me encantaría hacer algún día. Los paisajes son espectaculares, y por supuesto las fotografías. Saludos
Dani, si tienes la oportunidad no te lo pienses dos veces. Quizás el día después tengas las piernas algo temblorosas y adoloridas, pero la experiencia vale mucho la pena. ¡Y no te olvides de subir hasta el Monte del Destino! Si llegado el momento necesitas más información o algún consejillo no dudes en contactarnos 😉 Gracias por pasarte por aquí, todos los comentarios nos hacen mucha ilusión. Saludos compañero!
Un trekking incréible. Me encantan los paisajes que mostráis en las fotografías. Quizá, algún día (que sea pronto) haga el mismo recorrido 🙂 Saludos chicos