Después de visitar el famoso signo de «Welcome to Fabulous Las Vegas«, tomamos la carretera 160 y nos fuimos hacia uno de los lugares más inhóspitos del país, el Parque Nacional de Death Valley. Este paraje es famoso por dos cosas: por ser el lugar donde se ha registrado la temperatura más altas del planeta, nada más y nada menos que 56,7ºC, y por ser el punto más bajo de los Estados Unidos con 85 metros por debajo del nivel del mar. Estas singularidades lo han convertido en una visita turística de primer orden y al cabo del año más de un millón de personas pasan por aquí. Pero antes de llegar aquí, nos pusimos en plan Iker Jiménez e investigamos un poco para dar con la base secreta más conocida de los Estados Unidos, el Área 51.

Adiós a Las Vegas

Cuando nos alejábamos, tuvimos la oportunidad de echarle un vistazo al paisaje que la rodea. Habíamos llegado a Las Vegas de noche, así que no habíamos visto nada, pero ahora, a plena luz del día, observamos la aridez de su entorno y no pudimos evitar recordar esa frase de Joe Pesci en Casino refiriéndose a este paraje que dice “Hay muchos agujeros cavados en ese desierto y muchos problemas enterrados en ellos. Pero hay que hacer bien las cosas, hay que haber cavado el agujero antes de llegar allí con el paquete en el maletero, sino tienes que tirar de pala durante treinta o cuarenta y cinco minutos”. Tomamos nota señor Pesci, aunque no tengamos pala, lo tendremos en cuenta por si a caso.

Buscando el Área 51

De Las Vegas hasta el Parque Nacional de Death Valley hay unos 200 kilómetros que se pueden hacer en poco menos de dos horas y media. Nos habíamos puesto en marcha pronto así que por el camino improvisamos y decidimos intentar algo. Pensándolo ahora nos parece un poco absurdo, pero en su momento nos pareció de lo más lógico: intentamos dar con el Área 51, la base secreta menos secreta de los Estados Unidos.

Area 51 ¿Una base secreta?

De entrada nada hacía pensar que la base fuera tan secreta como dicen

Todo el mundo ha oído alguna historia sobre este lugar donde, presuntamente, se realizan investigaciones tecnológicas muy secretas y donde, se supone, el gobierno americano guarda las pruebas de la llegada de los alienígenas a nuestro planeta. Pensamos que siendo algo tan famoso en algún recodo de la carretera encontraríamos una panda de personas con pocos quehaceres vestidos con túnicas astrales, gorros de papel de aluminio y carteles de “I believe”. Claro que por otra parte se trata de una base militar secreta oculta en algún lugar remoto… Aún así nos fuimos deteniendo y pidiendo señas a los incrédulos lugareños que pese a la buena voluntad de ayudarnos se encargaban de resaltar el significado del concepto «base secreta». Preguntamos a media docena de personas eligiendo cuidadosamente a los que tuvieran un aspecto más desaliñado y potencialmente lunáticos, pero no sacamos nada en claro salvo direcciones contradictorias y un croquis de mapa.

El mapa para encontrar el Área 51

No nos decidimos a seguirlo, pero por si alguien quiere probar suerte aquí os lo dejamos. Los números son las carreteras a seguir…

No queríamos perder la mañana con ello, así que al cabo de una hora nos olvidamos del tema y seguimos nuestro camino. A pesar de toda la información que hay en internet, parece ser que para los locales la ubicación de la base es realmente secreta aunque, si nos ponemos en plan conspiranoico, podríamos imaginar que el Gobierno se encargó de poner en nuestro camino a sus agentes para confundirnos y disuadirnos de continuar con la búsqueda. Nunca lo sabremos y el misterio quedará allí, pero no lo olvidéis: «la verdad está ahí fuera«.

Por aquí, en algún lugar, está el Área 51

Por aquí, en algún lugar, está el Área 51 con todos sus Ovnis y su tecnología extraterrestre

El Parque Nacional de Death Valley

La entrada al parque fue gratuita porque era 15 de enero, día de Martin Luther King Jr, día festivo en los Estados Unidos y día de acceso libre a los parques nacionales. El resto del año son 20$ o entrada libre para aquellos que, como nosotros, tengan el National Park Anual Pass. A diferencia de los otros parques que habíamos visitado hasta el momento, aquí no encontramos ningún Ranger controlando el acceso, sino que para pagar la entrada uno tiene que acercarse al centro de visitantes o a la máquina automática, estilo parquímetro, que encontraréis en el primer punto de información.

Acceso al Parque Nacional de Death Valley

Como ya os hemos comentado antes, este lugar es famoso por el calor que hace, pero por suerte para nosotros en enero no es tan duro y, de media, las temperaturas oscilan entre los 19 y los 4 grados de mínima. No está nada mal pasearse en manga corta en enero, pero resulta ridículo si lo comparamos con las temperaturas medias del mes de julio: 47 de máxima y 31 de mínima. Así que si os plantáis aquí en verano no os olvidéis el abanico, protegeros bien del sol, haced caso a las señales que os aconsejan no recalentar el motor del coche y, sobretodo, llevad mucha agua. Otros peligros que deberíais tener presente son las serpientes de cascabel, los escorpiones y las arañas venenosas. ¿Pero qué esperabais? ¡Que por algo se llama Valle de la Muerte!

La mejor manera de empezar la visita es desviándonos de la carretera principal hacia el mirador de Dante’s View. Es un trecho de unos 20 kilómetros subiendo por las montañas Negras hasta el Coffin Peak, el pico del Ataúd, y que os llevará hasta poder ver las montañas del Funeral.  Como veis el buen rollo impera en el lugar. Os lo recomendamos mucho ya que desde aquí arriba se consigue una vista magnífica sobre el centro y el extremo sur del valle.

Vistas sobre el Death Valley desde el Dante's View

La zona que se contempla en esta fotografía, en la parte baja del valle, el llamado Devil’s Golf Course, o «El Campo de golf del Diablo«, una zona de salinas con unos hoyos de aspecto bastante fantasmal. Como curiosidad freak os diremos que desde aquí arriba se grabaron unos planos de Star Wars Episode IV: A New Hope.

A pesar de que el calor a menudo lo hace imposible, existe la posibilidad de explorar el valle a pie. La caminata más famosa es el Golden Canyon y la encontraremos de vuelta a la carretera principal tras pasar el Hotel Furnace Creek. Esta pista tiene dos variantes: una corta de apenas 2 kilómetros que os llevará hasta la Red Cathedral y otra más larga, de 6,4 kilómetros,  que pasa por el Zabriskie Point, un famoso mirador desde el cual se puede ver el Manly Beacon, uno de los montes más icónicos del valle.

Golden Canyon Trail, Parque Nacional de Death Valley

Paseando por el Golden Canyon uno podría creer que se encuentra en algún planeta inhóspito

Tuvimos que conformarnos con el recorrido más corto ya que el largo estaba cerrado por trabajos de acondicionamiento debido a los numerosos derrumbes de los últimos meses.

La Red Cathedral en la Golden Canyon Trail, Parque Nacional de Death Valley

El Red Cathedral no es un monte excesivamente llamativo, pero es una buena excusa para explorar el lugar

Si continuamos por la carretera principal, encontramos otro de los puntos de mayor interés del parque, el Badwater Point. Este enclave es el punto más bajo de América del Norte ya que se encuentra a 85,5 metros por debajo del nivel del mar.

Badwater, Parque Nacional de Death Valley

Badwater, Parque Nacional de Death Valley

El nombre del lugar, que significa «Agua mala», se lo puso uno de los mineros que exploraron la zona en el siglo XVIII y que, empujado por el sol inclemente, intentó saciar su sed y la de su mula en esta laguna. Echó un trago de la charca, pero al instante tuvo que escupirla debido a la alta concentración salina. Asqueado por el sabor y para ahorrarse otro mal trago apuntó en sus notas de viaje: «bad water«. Poca agua que hay y encima es salada, realmente este lugar lo tiene todo para que nadie quiera quedarse en él.

Badwater, Parque Nacional de Death Valley

Las salinas se formaron tras la evaporación de un lago salobre hace ya más de 2.000 años

Paseándonos por esta laguna y contemplando las interesantes figuras geométricas que forman los cristales de sal, se nos echó encima la puesta del sol. Nuestra intención era contemplarla desde las Mosque Dunes, pero no llegamos a tiempo. Este pequeño desierto de dunas es un punto muy popular para contemplar como se esconde el sol y otra de las paradas obligatorias de cualquier visita. Aunque no vimos la puesta, pasear por aquí con la luz del crepúsculo también fue un momento de lo más sugerente.

Mosque Dunes, Parque Nacional de Death Valley

El gran misterio resuelto

Para acabar esta entrada queremos recuperar el espíritu de Iker Jiménez y hablaros sobre «El misterio de las rocas que se arrastran solas». Si señores, en una zona remota del Death Valley, en la llamada Racetrack Playa, se descubrieron rocas que habían dejado en el barro una marca que demostraba que se habían desplazado sin la intervención de ninguna persona ni animal.  ¿Escalofriante eh? Durante años fue imposible explicar este fenómeno, pero finalmente, en 2014, un grupo de científicos fueron capaces de darle una explicación racional.

Las misteriosas piedras deslizantes

Gracias Google nuestro por proveernos de imágenes libres de derechos

La explicación es una curiosa combinación de factores: primero tiene que llover, pero sin llegar a cubrir las piedras sino que el agua tiene que llegarles a media altura; después tiene que hacer mucho frió y el agua se congela formando una capa fina de hielo de unos pocos milímetros por debajo de la cual sigue fluyendo el agua; luego con el sol del mediodía la capa helada se resquebraja y, si sopla el viento, la placa flota por encima del agua arrastrando consigo las rocas a una velocidad de hasta 5 metros por minuto.  ¿Increíble eh? Para descubrirlo apenas tuvieron que invertirle un par de años vigilando una serie de rocas con unos GPS adosados. ¡Vivan los avances científicos!