Si pensamos en un road trip por los Estados Unidos, seguramente la primera referencia que nos venga a la cabeza sea la mítica Ruta 66. Gracias a películas como Easy Rider o Thelma&Louise esta carretera se ha enraizado de tal forma en la cultura popular que con solo nombrarla uno empieza a tararear el Born to be wild y a verse como un rebelde, melena al viento, con su banda de moteros. Nuestros amigos moteros no pudieron acompañarnos y el espíritu transgresor lo redujimos a superar ligeramente el límite de velocidad, pero aun así nosotros también queríamos conocer la Ruta 66.
También llamada Mother Road, fue abierta en 1926 y fue durante muchos años la principal vía de entrada al sur oeste del país. Con sus casi 4000 kilómetros enlazaba Illinois con California pasando por Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México y Arizona. Pero con los años y la construcción de autopistas más modernas cayó progresivamente en desuso hasta que en 1985 fue oficialmente descatalogada de la red de carreteras estadounidenses. Los negocios que habían prosperado junto a ella desaparecieron asfixiados por la falta de clientela y no fue hasta mediados de los 90 que se revalorizó como parte de la historia moderna de los Estados Unidos.
Puesto que el punto de inicio de nuestra vuelta al mundo fue la ciudad californiana de Los Ángeles y que habíamos alquilado un coche para las siguientes dos semanas, teníamos una oportunidad perfecta de recorrer alguno de los tramos de esta carretera histórica.
En busca de la Ruta 66
A las 8 de la mañana salimos de Los Ángeles tras haber pasado la noche en casa de un amigo y, GPS en mano, nos enfrentamos a los atascos propios de las entradas y salidas de una gran urbe. Hasta que no dejamos atrás el desvío hacia Pasadena apenas conseguimos superar las 20 millas por hora. Tan pronto como pudimos, tomamos la Highway 15 dirección a Victorville, donde nos desviaríamos hacia la 66.
Esta ciudad ha sabido dinamizar su economía gracias a la proximidad con la célebre carretera y al mundo del cine: dentro de sus límites se han filmado escenas de películas como Abierto hasta el amancer o Kill Bill 2 entre muchas otras. Aquí encontramos el Museo de la Ruta 66, uno de los muchos que se pueden encontrar a lo largo de esta carretera, pero que tiene la particularidad de ser el único que se encuentra en la propia ruta. La entrada es gratuita así que si tenéis tiempo bien se merece una parada para ojear su colección de señales antiguas, fotografías y otros fetiches.
Ya en la carretera vimos los primeros puntos de interés destacados, como el Steel Truss Bridge, un puente construido en los años 30, o la Antique Station. Esta última es un edificio destartalado de principios del siglo pasado que acumula en su interior gran cantidad de objetos y antigüedades de lo más curiosas: desde esas típicas máquinas expendedoras de refrescos a una colección de platos de cerámica de Star Trek. Si buscáis algún objeto peculiar para decorar vuestro hogar es un buen sitio para perderse un rato rebuscando. ¡Lástima que no nos podamos permitir el lujo de cargar la mochila porque hay cosas a muy buen precio!
A unos escasos dos minutos de aquí encontramos la Mohawk Gas Station. Poca cosa os podemos contar de ella ya que no tiene mucha historia ni misterio pues se trata, sencillamente, de una gasolinera abandonada. Su estado y su aspecto de «atrapada en el tiempo» es un claro reflejo de la decadencia repentina que sufrió la Ruta 66 al ser reemplazada por las autopistas modernas.
Continuamos hasta el Elmer’s Bottle Tree Ranch. No os dejéis intimidar por las marcas de disparos en las señales de la entrada porque, por lo que se dice, el señor Elmer, el artista de este curioso bosque de metal y cristal, siempre está abierto a que la gente se acerque a contemplar su obra. Piezas que bien podrían estar en un chatarrero o en un basurero disponen aquí de una segunda vida con una cierta calidad estético-artística. Todos los «árboles» son distintos y tanto pueden estar coronados por un tubo de escape como por una vieja guitarra o un grifo. Un rincón de lo más curioso que hará las delicias de los amantes del reciclaje.
En esta parada hubo algo que nos llamó la atención. Aunque no estemos en Albuquerque, hemos visto suficiente Breaking Bad para saber qué sucede en todas esas caravanas solitarias aparcadas en medio de la nada. Aquí huele a Heisenberg y a metilamina.
La ciudad fantasma
Cruzando el desierto de Mojave nos despedimos de la Ruta 66 y llegamos a Barstow. A unos 5 kilómetros a las afueras de este pueblo se encuentra Calico Ghost Town, una especie de decorado del Lejano Oeste construido sobre un antiguo pueblo minero. Calico fue fundado en 1881 y durante un breve espacio de tiempo prosperó enormemente gracias a sus minas de plata. En menos de 20 años pasó de cero a más de 3.500 habitantes, pero después de 1907 su población volvía a ser de cero. A pesar de haber sido la mayor mina de plata de California, la caída del valor de este metal hizo que su explotación dejara de ser rentable y que el pueblo fuera abandonado convirtiéndose en un pueblo fantasma.
Tras muchos años de abandono, fue reconstruido por un magnate local que lo convirtió en el parque que es hoy en día. El acceso cuesta 8$, pero si se quiere hacer alguna actividad como buscar oro con un tamiz o montar en el tren de la mina habrá que pagar un extra. Es un lugar curioso para echarle un ojo, pero la artificialidad del lugar y el hecho de que hay más tiendas de souvenirs que paneles informativos hicieron que el precio de la entrada nos pareciera demasiado alta.
Eso si, si venís aquí con niños o sois unos amantes del western seguro que os encantará, porque la ambientación en general está muy lograda, ¡Hasta el encargado de seguridad va caracterizado como si fuera el sheriff del pueblo!
Una curiosidad antes de irnos de aquí, la carretera entre Barstow y Calico es el escenario de la persecución que protagoniza Bruce Willis en el videoclip Stylo de la banda Gorillaz. Ahí queda eso.
Antes de seguir el camino…
Para completar el puñado de kilómetros que queríamos hacer ese día necesitábamos energía, así que nos encaminamos hacia Yermo para visitar el famoso restaurante Peggy Sue’s. La decoración años 50 puede resultar un poco kitsch y sobrecargada, pero os podríais pasar horas mirando la gran cantidad de objetos que decoran los comedores. Desde un Elvis de tamaño real a un dinosaurio de hierro forjado pasando por una gran colección de fotografías de los dueños con comensales famosos.
Este lugar, que incluso ha inspirado una cadena de restaurantes, pero que nada tienen que ver con él, es una opción muy recomendable que ofrece buenas raciones de comida casera a un precio razonable: por 25$ pueden comer dos personas y, además, probar uno de sus deliciosos batidos.
Después de aquí metimos la directa y condujimos durante 5 horas y media. El plan era conducir hasta llegar a Tusayan, un pueblo de Arizona que se encuentra a las puertas mismas del Parque Nacional del Grand Canyon. Esta última parte del viaje fue excesiva, nada menos que 585 kilómetros por autopista, pero también por carreteras solitarias en las que solo nos cruzamos con algún conejo y con un coyote despistado. ¿Queríamos road trip? ¡Pues toma dos tazas!
El viaje sobre el mapa
El tramo de la Ruta 66 que hicimos más el camino hacia Calico Ghost Town por la interestatal 15.
El recorrido total que hicimos en un día saliendo de Los Ángeles y llegando para dormir a Tusayan, Arizona.
Hola
soc el Pau, el vostre cosi. He llegit el blog I m’agrada molt. Jo quan sigui gran tambe vull ser com vosaltres. Un petò
Soc la Patri I us vull dir q ja hi ha dues persones q m’han dit q el blog esta molt ben escrit. Felicitats
un peto molt fort de tota la familia
Wow! Hola Pau, ens alegra molt saber que t’agrada el blog i que te’l llegeixes, si quan siguis gran vols ser com nosaltres podem acompanyar-te en algun viatge jeje 😛
Gràcies Patri, i dóna les gràcies també a les persones que t’ho hagin dit.
Un petonet i abraçada molt gran per tots! We miss you!