Despertamos en Monument Valley y lo primero que hicimos fue, con toda la emoción, descorrer la cortina del balcón. El día anterior habíamos llegado con luz suficiente para comprobar que nuestra habitación en el Goulding Lodge tenía unas magníficas vistas sobre el valle. Pero ¡Oh sorpresa! Esa mañana había amanecido con una densa niebla que ocultaba las célebres formas rocosas. Nuestras caras debían ser como las de esos niños que se despiertan el día de Reyes para abrir sus regalos y se encuentran con un puñado de calcetines y un pijama de felpa. Chascazo.
Antes de continuar viajando por Arizona, nos adentramos 13 millas por la carretera 163 hacia el interior de Utah. Como sabréis o habréis notado, nos gusta bastante el cine y aquí encontramos un punto bastante curioso. ¿Os acordáis de esa escena de la película Forrest Gump en la que el personaje de Tom Hanks se pasa tres años corriendo de una punta a la otra del país hasta que un buen día se cansa y decide volver a casa? Pues aquí en el Monument Valley está el lugar exacto donde a Forrest se le acabó la cuerda.
Junto a la carretera hay un cartel que señala el hito, pero el punto exacto que se ve en la película se encuentra unos pocos metros antes.
Antes de montar de nuevo en el coche estuvimos corriendo un rato arriba y abajo gritándonos esa mítica frase de «¡Corre Forest!¡Corre!«. Seguro que no somos ni los primeros ni los últimos en hacerlo.
Visitar el Antelope Canyon
Antiguamente los nativos americanos utilizaban señales de humo para transmitir mensajes a largas distancias en su versión arcaica y sin emoticonos del WhatsApp. Creíamos que esto ya no se llevaba, pero al acercarnos al Antelope Canyon descubrimos que la gente de la Nación Navajo siguen usándolas. Una gran columna de humo, visible a un centenar de kilómetros a la redonda, se alzaba en el horizonte señalando la dirección del cañón. Evidentemente, el origen del humo no era ningún indio y su fogata, sino que se trataba de la Navajo Generating Station, una impresionante central térmica alimentada por carbón que se alza en estas planicies. Descubrir que esta industria está a unos pocos metros del famoso Antelope Canyon nos hizo reflexionar sobre cuán selectivos somos a la hora de mostrar nuestras fotos y lo fácil que es omitir todo aquello que no nos gusta con un simple trabajo de encuadre. No vaya a ser que la realidad nos arruine una buena foto.
Quizás, de entrada, el nombre de Antelope Canyon no os resulte familiar, pero seguro que lo habéis visto decenas de veces, aunque solo sea como fondo de Windows o, como apunta Alexandra, por un videoclip de Britney Spears. Este cañón, cercano al pueblo de Page, recibe el nombre de los antílopes que antiguamente pastaban en estas llanuras y se encuentra dentro del territorio del pueblo Navajo. De hecho, si queréis visitarlo tendréis que hacerlo, obligatoriamente, acompañado por uno de sus guías. Nosotros hicimos la visita con la gente de Ken’s Tours.
El cañón se divide en dos partes que se visitan y se pagan por separado. Por un lado está el Upper Canyon que es el más conocido, accesible y cuesta entre 40$ y 50$ en función de la duración y la hora de la visita y, al otro lado de la carretera, está el Lower, idéntico pero menos concurrido ya que los accesos y el recorrido no están acondicionados para todos los público. La entrada a este cuesta 28$ y hay que pagarla en efectivo, no aceptan tarjetas de crédito. La famosa imagen del rayo entrando a través del techo como si fuera una catarata de luz pertenece al Upper.
Elegimos visitar el Lower por el precio y para ahorrarnos un recorrido excesivamente lleno de visitantes. El tour duró unas dos horas y la verdad es que el guía, para nuestro gusto, no se lució demasiado. No sabemos si es que no era el mejor de la plantilla, que ese día no tenía ganas o es que eso era la visita por la que habíamos pagado, pero el tema es que el muchacho se limitó a encabezar la excursión y a señalarnos todos los «photo point«. Experiencia tenía porque se sabía todos los rincones y ángulos en los que teníamos que tomar las fotos, pero ni por asomo explicó nada sobre el origen o la historia del lugar. Por suerte es tan potente por si solo que se puede disfrutar sin necesidad de muchas palabras.
Las caprichosas formas de las rocas dan mucha cabida a la interpretación imaginativa. Paseando por aquí encontraremos el Lobo, el Mono, el Anciano o, como vemos en la imagen de abajo, el Tiburón. Y no es un tiburón cualquiera sino que se trata de uno de los que aparecen en Buscando a Nemo. La verdad es que un aire tienen ¿eh?
Por otro lado, la presencia del guía es vital. No es solo que controle que a nadie se le ocurra escribir en las paredes de arenisca, sino que se encarga de calcular el riesgo de una inundación repentina. Aunque nos encontremos en un paisaje desértico, la lluvia aquí es capaz de golpear con una gran violencia. De hecho, si se prevé que puede llover se cancelan todas las visitas pues el cañón recoge el agua proveniente de las tierras de alrededor y la canaliza con gran fuerza y presión. En 1997 una inundación repentina le costó la vida a un grupo de turistas que se vieron atrapados en las entrañas del cañón.
¿Veis la línea de montañas al fondo a la derecha de esta imagen? Allí se encuentra el Blue John Canyon, lugar en el que Aron Ralston protagonizó su increíble y desesperada historia de supervivencia. Si no sabéis de lo que os hablamos, echadle un ojo a la película 127 de Danny Boyle. Aquí os dejamos el trailer.
Visitar el Horseshoe Bend
A 12 kilómetros del Antelope Canyon, continuando por la carretera 98 y torciendo luego por la Ruta 89, se encuentra uno de los tramos más espectaculares del río Colorado, el Horseshoe Bend. Este meandro, bautizado con este nombre por su forma de herradura, es un mirador privilegiado sobre el río. Para llegar a él hay que andar unos 2 kilómetros desde la zona de aparcamiento. El camino, que sube y baja por una colina, está bien marcado así que no os preocupéis porque no tiene pérdida. Además, es difícil pasar por alto un cañón como este.
Se trata de un lugar realmente impresionante que nos dejó boquiabiertos. Al asomarnos ¡con cautela que no hay barandilla! hacia el río, unos 300 metros más abajo en caída vertical, nos maravillamos contemplando esta soberbia combinación de roca y agua, pero hasta que no divisamos un par de barcas, minúsculas como hormigas, navegando por el río no tomamos conciencia de la auténtica escala del lugar.
El camino sigue y sigue y nos lleva de vuelta al estado de Utah, esta vez para visitar el Parque Nacional de Zion.
Me viene genial!! estoy preparando el viaje y también teníapensado ir al Lower.
El upper últimamente está masificado…
Ya os contaré que tal el guía quenos toque xD
un saludo
Jajaja a ver si tienes más suerte que nosotros con el guia 😛
La verdad es que de gente no estaba nada masificado, nuestro grupo era de 9 creo y era hora punta (11.30). Nos dijeron que de 11 a 12.30 era el mejor horario por la luz. ¡A nosotros nos encantó! Suerte!