Desde que pusimos los pies en la isla que no dejó de sonarnos en la cabeza la canción de Hawaii 5.0. La verdad es que por películas y series como esta todos nos hemos formado una imagen bastante ideal de estas islas. Y aunque hacía poco habíamos visto la muy recomendable Los Descendientes, de Alexander Payne, donde George Clooney deja claro que Hawaii no es el paraíso y que no todo son Mai Tais y bailes, nuestro imaginario respecto a la isla se aproximaba más a lo visto en Lilo&Stitch. Esta película nos enseñó algo muy importante del idioma hawaiano: Ohana significa familia. Con este poblado imaginario sobre la isla, nos preguntábamos ¿Cuánto tardaríamos en cruzarnos con un lugareño obeso tocando un ukelele ataviado con la más chillona de sus camisas de flores mientras su mujercita baila una danza hula meciendo su falda de palmera? ¿O quizás antes nos encontraríamos con ese grupo de jóvenes surfistas soñadores, todos rubios y guapos, que quieren comerse el mundo a lomos de una ola?
Fuera como fuera, la cuestión es que nos pusimos las gafas de sol y la crema solar -¡imprescindible a toda hora si no queréis terminar como uno de esos ingleses rojo escarlata!- y nos fuimos a descubrir los alrededores de Honolulu. Esta ciudad es la capital de Hawái y se encuentra en la isla de Oahu, la primera de las islas que en 1778 fueron descubiertas por el explorador inglés James Cook. Llama la atención la gran cantidad de población asiática que vive aquí, de hecho alrededor de un 55% de su población es de origen asiático y menos de un 10% son nativos de la isla o procedentes de otras islas del Pacífico. Honolulu es una ciudad multicultural y moderna con algunas zonas muy desarrolladas para acoger y agasajar al turismo de masas que de forma ininterrumpida visita la isla durante todo el año y que, de hecho, es la principal fuente de ingresos de este Estado. Sus magníficas playas, las olas, los volcanes y, en conjunto, su naturaleza majestuosa y atractiva son razones suficientes para atraer a visitantes de todo el mundo.
Sobre el transporte público en Honolulu y la isla de Oahu
Oahu es, sin duda, la más accesible de las islas hawaianas. El transporte público funciona bastante bien y encontraréis líneas de autobuses regulares con las que podréis explorar todos los lugares de la isla. Eso si, moverse por la zona de Honolulu es muy lento. La parsimonia de los conductores y la gran cantidad de paradas que hacen se suman al tráfico intenso y hacen que esta experiencia se dilate en el tiempo mucho más de lo previsible. Para ir del aeropuerto hasta el hostal, cerca de la playa Waikiki, tardamos una hora. Si prevéis que vais a utilizar mucho el autobús en cualquier supermercado ABC podéis compraros el 4-Days Pass, un abono personal que por 35$ os permite coger todos los autobuses que queráis durante 4 días. Para ver si os sale a cuenta, pensad que un viaje sencillo os saldría por 2,5$ y tened en cuenta que se puede hacer trasbordo durante la hora y media siguiente.
¿Qué ver en Honolulu ?
Hay una serie de visitas imprescindibles para cualquier visitante de la isla: contemplar la ciudad desde la cresta del Diamond Head, hacer snorkel en un arrecife de coral, visitar el memorial de Pearl Harbor o perderse en Chinatown y visitar sus templos japoneses. Hay mucho que ver y hacer así que en esta entrada y en las siguientes vamos a explicaros qué visitamos nosotros en Honolulu y sus alrededores.
Diamond Head
El Diamond Head o Le’ahi en hawaiano es un cráter volcánico que se alza en el extremo este de la playa Waikiki. Este emplazamiento, expuesto a la primera línea de costa de esta zona tan turística, ha convertido esta montaña en uno de los elementos más fotografiados y reconocibles de la isla.
En el siglo XIX los primeros marinos en ver la isla la llamaron Diamond Head ya que encontraron lo que pensaban que eran diamantes. Me hubiera gustado verles la cara cuando llegó el marinero listo y les explicó la diferencia entre un cristal de calcita y un diamante. Menudo chasco. En 1904 se convirtió en una base militar de los Estados Unidos y en uno de los principales baluartes de las defensas de Oahu. Construyeron puestos de ametralladora y baterías antiaéreas con el propósito de blindar la capital ante un posible ataque, pero a pesar de que en esta isla sucedió uno de los mayores desastres de la historia del ejército norteamericano, nunca se llegó a disparar ni una sola bala desde esta montaña. Con el tiempo las instalaciones quedaron anticuadas y cayeron en desuso hasta convertirse en una atracción turística.
El parque está abierto de 6 de la mañana a las 6 de la tarde, pero si queréis subir a pie tendréis que llegar antes de las 4.30 ya que después cierran el acceso. Si venís con coche tendréis que pagar 5$, pero solo 1$ por persona si entráis a pie. Puesto que se puede llegar fácilmente con transporte público, autobús línea 22, os recomendamos que vayáis sin coche.
El ascenso a la Diamond Head Summit Trail no es muy complicado aunque hay que tener en cuenta que el tramo final son varias secciones de escaleras y que al final a más de uno le faltará el resuello. En total son 1,29 kilómetros hasta la cima del cráter que os pueden llevar entre media hora y una hora. Si es un día soleado, como fue el nuestro y como suele ser habitualmente, no os olvidéis de llevar agua y de protegeros del sol.
Antes de llegar a la cima podéis desviaros para contemplar la costa este de Honolulu o para investigar dentro de alguno de los antiguos parapetos defensivos.
Desde la cima se puede disfrutar de unas inmejorables vistas sobre el interior del cráter y sobre la ciudad de Honolulu que valen mucho la pena.
Hanauma Bay
Después de este ascenso estábamos bastante acalorados así que no había duda de cuál sería nuestra siguiente parada. ¡Era el momento de irse a la playa! Nos volvimos a montar en el autobús 22 y seguimos hasta Hanauma Bay, una de las playas más famosas de la isla. El autobús os dejara justo al inicio de la carretera que da acceso a esta resguardada playa. El rasgo más reconocible de la playa, que ha sido escenario de varias películas, tiene forma de media luna porque de hecho se trata del cráter de un volcán extinto que se abrió al mar cuando uno de los laterales del cono se hundió y abrió el paso al agua marina.
Nos moríamos por pegarnos un buen baño y poder hacerlo en un arrecife donde viven más de 400 especies de peces y frecuentado por tortugas marinas lo convertía en el lugar perfecto. Nuestra impaciencia se dio de bruces cuando nos encontramos con la cola de acceso a la playa. Si, hay que hacer cola. Cinco minutos y 7$ por cabeza después nos pusimos en la siguiente cola, la de entrada a la sala donde obligatoriamente, hay que ver una película que explica el origen volcánico de la playa y la forma correcta de convivir con el delicado ecosistema del arrecife coralino. Está prohibido por ley dañar el coral e importunar la fauna marina, osea que nada de hacer el notas.
Una vez en la playa tienes la opción de alquilar unas gafas de buceo por 5$, 7$ si las queréis con tubo y por un poco más podéis coger también unas aletas. Nosotros no teníamos pensado cogerlas, porque ya nos había picado tener que pagar entrada, pero después de sumergir la cabeza un momento en el agua, fuimos corriendo a por unas gafas.
Cuando nos pusimos a buscar dónde echar las toallas nos sorprendió que a pesar de las colas de arriba, la playa no estaba excesivamente masificada o al menos no estaba ni mucho menos tan llena como las playas de Tarragona en agosto. El lugar en si es muy bonito: arena blanca, aguas azules cristalinas y un enclave geológico inmejorable. ¡Qué lástima no tener fotos de debajo el agua! Había una sorprendente cantidad de peces multicolores, era como asomarse a una pecera. Al final, pasamos tanto tiempo con la cabeza bajo el agua que, a pesar de la protección solar, acabamos por quemarnos la espalda. Primer día y nos quemamos. ¡Vaya forma de empezar!
Nos llamó la atención la gran cantidad de mangostas que rondaban por la playa acercándose descaradamente a hurgar en las mochilas y en los bolsos de los turistas despistados. Esta especie invasora se consideró un mal menor en un principio cuando empezó a comerse a otra especie de serpiente invasora. El final os lo podéis imaginar: mangostas everywhere.
De vuelta a Honolulu
Antes de acabar el día y después de cenar en el restaurante Marukame Udon, aprovechamos para darnos una vuelta por las calles turísticas de Honolulu. Si os gusta la comida japonesa os recomendamos que visitéis el restaurante Marukame Udon, famoso por sus fideos udon y por las colas que siempre se forman en su exterior a partir de media tarde.
En Kuhio Avenue encontramos el Duke’s Marketplace, un mercadillo callejero donde podréis conseguir cualquiera de los souvenirs típicos de la isla: un ukelele, camiseta de flores, faldas de palmera o unos nunchakos. Quizás estos últimos no sean tan típicos, pero si los necesitáis sabed que aquí podréis comprarlos.
En la próxima entrada os continuaremos explicando qué ver en Honolulu y os contaremos sobre nuestra visita a Pearl Harbor, Chinatown y el centro de la ciudad.
Hola gracias por la información, justo viajo en 15 días y estoy en duda si alquilar auto o bus. El presupuesto esta bien ajustado pero tenemos mucha emoción, es nuestra primera vez y vamos a celebrar nuestro 10 aniversario
Hola Anyelina,
¡¡Felicidades por vuestro 10 aniversario!!
Si solamente vais a estar en la isla de Oahu no es necesario alquilar coche para ver los principales atractivos, el bus te lleva a muchos sitios, pero si vais a estar en alguna otra isla o queréis visitar algún día un rinconcito donde no llega el bus os aconsejamos alquilar el coche, no hay mucho tráfico tampoco, así que no os preocupéis por la conducción. Por si te interesa aquí la derecha del blog puedes encontrar un enlace con el 15% de descuento en alquiler de coches por todo el mundo.
Saludos y buen viaje! Que envidia! 😛