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Para nuestra última noche en Honolulu nos dimos el capricho de cogernos una buena habitación de hotel. Somos muy conscientes de que el presupuesto hay que administrarlo con mucho cuidado y estirarlo tanto como se pueda, pero hay ocasiones que se lo merecen. Cuando estábamos acampados en Kelowna fantaseábamos con un buen colchón y unas sábanas finas y acordamos que en Honolulu nos permitiríamos el lujo de pasar una noche de hotel. Nos quedamos en el Aqua Palms Waikiki, justo en frente del Hotel Hilton y a pocos metros del mar. Evidentemente, buscamos algo a buen precio y lo mejor que encontramos fue una habitación doble por 159$ ¡un auténtico derroche de lujo en un viaje como el nuestro! Este día nos lo tomamos con mucha calma, el único plan que teníamos era ir un rato a la playa y por la tarde ver un espectáculo de danza hula.

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No le echamos ninguna foto a la habitación, pero estas son las vistas que teníamos al mar y a la Duke Lagoon

Para comer probamos el musubi spam, un sencillo bocado típico de Honolulu, hecho a base de arroz y la más simple de la carne enlatada SPAM. La misma que da nombre al correo basura y que se hizo famosa gracias al sketch de los Monty Pythons. Te llena, pero no es precisamente un bocado de gourmet. Toalla en ristre y untados en crema solar, fuimos a refrescarnos a la Duke Kahanamoku Lagoon, una laguna artificial que se construyó para un hotel en los 50  y que luego fue adquirida por el Hotel Hilton. Ahora luce bien, pero hasta el 2006 era poco más que una charca ponzoñosa de agua estancada y apestosa. Adecentarla costó 15 millones de dólares.

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Es un rincón bonito para las fotos y tal, pero la sensación de artificialidad, el tacto grueso de la arena y la gran cantidad de niños chillones que correteaban por ahí, nos animaron a echar las toallas un poco alejados y a bañarnos a la cercana Kahanamoku Beach, la hermana pequeña y menos famosa de la Waikiki. Playa y laguna deben su nombre a Duke Kahanamoku, el inventor del surf moderno y un auténtico héroe local.

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Kahanamoku Beach

Cuando empezó a caer el sol, retiramos hacia el hotel con nuestra dosis de sol y playa satisfecha. Nos preparamos para ir a ver un espectáculo hula que se hace en Kuhio Beach todos los martes, jueves y sábados a las 6 de la tarde y gratuitamente. Una iniciativa muy inteligente para dinamizar la zona que a esa hora bulle de turistas. Por suerte, llegamos a la playa justo a tiempo de ver como empezaba a ponerse el sol. El agua de esta playa, más frecuentada por locales que por turistas, estaba llena de jóvenes y niños en sus tablas cabalgando las olas o, sencillamente, deslizándose perezosamente por el agua mientras el sol se deslizaba hasta el horizonte. Fue aquí que nos dimos cuenta que esta era la primera puesta de sol sobre el mar que veíamos.

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El espectáculo hula de Kuhio Avenue tiene lugar cerca de la estatua del mítico surfero Duke Kahanamoku. Lo encontraréis seguro y si no, sencillamente, seguid a la multitud. Llegamos pasadas las 6, pero conseguimos abrirnos paso entre la gran cantidad de turistas atraídos por el espectáculo y nos hicimos con un sitio en un lateral que, a poco a poco, fuimos mejorando hasta plantarnos en primera fila. El show dura una hora y media y a medida que avanza muchos turistas deciden irse a cenar. Acompañadas por tres músicos, contrabajo, ukelele y guitarra, fueron saliendo al escenario distintos grupos de chicas, de diferentes edad, todas bailando al ritmo de esta pausada música.

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Si queréis aprender un poco sobre la danza hula aquí os dejamos el abecé de este baile: saludo torero a la izquierda, levantas los brazos como si estuvieras en el Dragon Kahn, los bajas y empujas un carrito y luego hula hula para un lado y para el otro. Y todo sin parar de mover las caderas de un lado a otro.

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Alex con dos de las jóvenes bailarinas que nos amenizaron la noche. Tenían más voluntad que coordinación, pero lo hacían con gracia

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Con esta agradable velada nos despedimos de Honolulu. Al día siguiente cogeríamos un avión de Hawaiian Airlines y volaríamos hasta la Big Island, que como ya os podéis imaginar por su nombre, es la isla más grande del archipiélago de Hawái. Nuestro siguiente destino fue la ciudad de Hilo. ¿Porqué volábamos hacia allá? Para ver un volcán activo, una playa de arena negra, tortugas de mar y mucho más.

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