Penticton, vida de Workaway (2)
«Estos ciervos tienen su propio Ipod y los fines de semana van a las discotecas. Son ciervos de ciudad«
Esto es lo que nos dijo Matt con evidente hastío cuando, muy emocionados, le dijimos que un ciervo había cruzando la carretera a escasos metros de nosotros. Era nuestro segundo día en Penticton y el primero que salíamos con las bicicletas a descubrir los alrededores. Hasta entonces solo habíamos tenido la oportunidad de verlos fugazmente en la espesura del bosque en Merritt. Allí habíamos encontrado unos animales salvajes, nerviosos, moviéndose sigilosamente entre los árboles, atentos al más mínimo ruido y siempre dispuestos a huir saltando a la primera señal de alarma.
Pero los ciervos de Penticton están hechos de otra pasta. Son ciervos urbanitas. Aquí no tienen miedo de nada ni de nadie. Aquí han aprendido que es mucho más fácil y seguro pacer en los jardines y comer césped y flores bien regadas que estar por el monte y jugártela con los pumas y los coyotes a cambio de unos cuantos arbustos secos. No saben que hay una ley que impide que se disparen armas de fuego dentro de los límites de la ciudad, pero desde luego han aprendido que es mucho más seguro estar dentro de ella que fuera. Se les ve a menudo, tan a menudo que nosotros los vimos todas y cada una de las veces que salimos de casa. A veces los encontrábamos pastando despreocupados por los márgenes de las carreteras, a veces vagaban entre los huertos urbanos y otras, sencillamente, reposaban al sol en algún jardín trasero.
Los ciervos, tanto en Penticton como en muchas otras ciudades de Canadá, son un problema. La cuestión es que haciendo gala de una gran conciencia ecológica se les reconoce como parte del ecosistema del lugar y, en general, no se contempla ninguna medida que incluya sacrificarlos. Para controlar esta situación, hace unos años que el ayuntamiento de Penticton creó el Urban Deer Management. Este departamento es el encargado de elaborar las estrategias necesarias para evitar que los ciervos sigan con sus actividades invasivas y para ello han establecido leyes como la que prohíbe alimentarlos. Pero la razón de ser de este organismo no es solo porque los ciervos devoran todo aquello ligeramente verde que no esté protegido tras una valla, sino que incluso han atacado a personas. Estos ciervos son chungos.

No le des la espalda a un ciervo, podría apuñalarte sin remordimientos… o eso dicen los del ayuntamiento
Aunque el problema ha ido en aumento progresivamente, desde un principio se descartó realizar una batida de caza. Pero esto no significa que los ciervos de Penticton vayan a tener un final feliz. A principios de este año se aprobó un polémico plan que consistirá en capturar a los ciervos vivos para liberarlos posteriormente en la reserva india local. De esta manera la gente de la ciudad se deshace de los animales y la gente de la reserva vuelve a tener en sus tierras animales para cazar. Y así se matan dos ciervos de un tiro.
El problema con esta solución es que implementarla costará unos 15.000 dólares a razón de 1.000 dólares por ciervo. Muchos ciudadanos consideran que es una inversión excesiva para deshacerse de unos bambis que, a pesar de lo que diga el ayuntamiento, no consideran peligrosos. Esta polémica hizo aflorar el lado más creativo de un vecino contrario a la medida que de forma anónima mandó al consistorio una estatua de medio metro de altura que representaba a un ciervo. Lo gracioso del tema es que la escultura estaba hecha de la mierda de este animal. Desde luego en Penticton la gente es muy creativa.
Por si alguien, después de leer esto, tiene miedo de encontrarse a solas con un ciervo en algún callejón oscuro en mitad de la noche, os dejamos el panfleto editado por el ayuntamiento de Penticton para convivir de forma segura con estos animales.
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