Vancouver Island. Qué ver y hacer en Nanaimo
Tras coger el ferry en Horseshoe Bay, después de algo menos de dos horas de viaje, llegamos a Vancouver Island y desembarcamos en Nanaimo. Aquí nos esperaba Jack Buchanan, un viajero veterano que, pese a tener nombre de vigilante de la playa, era meteorólogo retirado y viajero curtido con muchas historias que contar. Con él pasamos un par de días durante los que nos enseñó sus rincones favoritos de los alrededores de Nanaimo. Antes de arrancar el coche ya nos había repasado la historia de la Isla de Vancouver: desde las exploraciones de los españoles a finales del siglo XVIII hasta el cese de las explotaciones mineras a mediados de los 60. Nos regaló tal cantidad de información que dejó en ridículo a las Lonely Planet.
Pero si Nanaimo es conocida por algo es, básicamente, por ser el lugar de origen del Nanaimo bar, un dulce muy popular en Canadá y en los Estados Unidos hecho con una base de galleta, una capa de mantequilla sabor a vainilla y cubierto de chocolate. ¿Supongo que no hace falta decir que no nos fuimos sin probarlo, verdad?

Eso de hacerle fotos a la comida nunca ha sido lo nuestro. Será que siempre nos ha gustado más comerla que mirarla
Cosas de Couchsurfing
Jack había trabajado toda su vida como meteorólogo para el gobierno canadiense. De 1967 a 1971 estuvo en Sachs Harbour, un remoto asentamiento en el Ártico, recogiendo datos en una estación meteorológica a cuarenta grados bajo cero. Pese a las duras condiciones recordaba su vida allá y la convivencia con los nativos con mucho cariño. Había conservado muchos objetos de esa época y ahora decoraban la habitación de los invitados. En 1970, huyendo del frío y buscando el sol voló hasta Hawaii y desde entonces se le despertaron unas increíbles ansias viajeras. Los siguientes 30 años los pasó combinando su trabajo como supervisor de faros de la Columbia Británica y su pasión por descubrir mundo.
La faena le obligaba a mudarse continuamente a lo largo de toda la costa y, dice él, que por eso nunca consiguió una mujer. Eso si, sacó tiempo para recorrerse 4 veces china, 8 veces Australia, Europa en su totalidad, había cruzado África de punta a punta, había estado por toda América del Sur, en la isla de Pascua y en las Galápagos, en la Antártida… ¡Incluso le habían puesto una multa de aparcamiento en Vic!
Jack acogía couchsurfers con una entrega y una seriedad que no habíamos visto hasta el momento. Era, sin duda alguna, un profesional del Couchsurf. Combinado con el hecho de estar jubilado, ya os podéis imaginar. Tenía un calendario donde planificaba la llegada de los couchsurfers. Unas horas antes de nuestra llegada se había ido una pareja de ingleses y después de nosotros tenía a una chica de japón y a la espera unos chicos alemanes. Ser hospedado por Jack incluía una visita guiada por los alrededores con un listado de lugares imprescindibles de Nanaimo adaptada a la durada de la estancia de cada huésped y, en el apartado gastronómico, degustación de Tim Hortons y de una comida casera típicamente canadiense.
Estaba tremendamente orgulloso de mostrar a los visitantes «su jardín trasero». Una charca donde se posan muchas aves migratorias que le regalan la oportunidad de dedicarse a una de sus aficiones, el avistamiento de pájaros.

En el «jardín trasero» de Jack se escondía un castor, pero por mucho que lo esperamos no se dignó a aparecer
La ruta por los alrededores de Nanaimo
Jack tenía el día planificado al dedillo y cronometrado al minuto. No había tiempo que perder, así que después de desayunar y maldecir a los ciervos que habían devorado el parterre de flores del vecino, saltamos al coche para empezar nuestra excursión.
Little Mountain
Cogimos la carretera hacia Parksville y hicimos nuestra primera parada en un rincón muy poco turístico. Little Mountain es una colina donde la compañía eléctrica de la isla ha instalado sus repetidores de comunicaciones y también es un lugar frecuentado por la muchachada de los alrededores para hacer sus escapadas nocturnas lejos de la supervisión paterna. Desde aquí arriba mirando hacia el noroeste había unas grandes vistas de los montes Moriarty (1603 m) y ArrowSmith (1819 m).
Englishman River Falls
En el interior de un bosque de cedros y abetos se extiende un cañón por el que corre el arroyo de Englishman. Esta fría corriente regala las vistas sobre un par de cataratas dignas de ver.
El hogar de un visionario
Coombs es un lugar peculiar. Esta comunidad de un millar de personas creció alrededor del Old Country Market junto a la autopista 4A. A mediados de los 50, un emigrante noruego llamado Kristian Graaten, tenía aquí una tienda donde vendía fruta y hamburguesas a los viajeros. Evidentemente, esta no era una ruta excesivamente transitada y el negocio no era demasiado prometedor. Decidido a darle un cambio de rumbo a su vida se puso a pensar y a pensar hasta que elaboró un plan infalible para prosperar. Había ideado una jugada maestra para atraer la riqueza: Subió sus cabras al tejado y las dejó allí. Así de simple. Un genio.
Hoy en día este lugar es una atracción turística y parada obligatoria para la gente que va a Port Alberni. La gente se para sorprendida a contemplar las cabras que pacen indiferentes en el tejado y acaba visitando el bosque de mariposas tropicales o el refugio de loros. Gracias a la cabras nunca faltan turistas en el mercado del viejo Graaten.
Little Qualicum
Pegado al lago Cameron encontramos Little Qualicum Park, un destino habitual de familias que vienen aquí en verano a bañarse en las orillas de aguas más mansas. Hay varias pistas acondicionadas para recorrer el curso del río Qualicum y contemplar sus cataratas.
Cathedral Grove
En el MacMillan Provincial Park está, con el permiso de las cabras de Coombs, el lugar más impresionante entre Nanaimo y Port Alberni, el Cathedral Grove. Se trata de un bosque que se extiende por más de 150 hectáreas poblado por antiquísimos abetos de Douglas que antiguamente había sido un enclave ceremonial de los pueblos nativos. Troncos que se alzan más de 60 metros y de hasta 9 metros de diámetro. El árbol más impresionante de este lugar se llama The Big Tree, un abeto de más de 800 años y 76 metros de altura.

Para que os hagáis una idea del tamaño de este árbol, mirad esta comparativa con la altura de la Torre de Pisa
Para acabar el día, Jack nos tenía preparada una última sorpresa: barbacoa de salmón Sockeye. Un animal de primera calidad, pescado el día anterior y sin ningún tipo de tratamiento. Sacado del agua, cortado, empaquetado, vuelta y vuelta al fuego y directo al plato. Una manera genial de despedirnos de Nanaimo antes de continuar nuestro viaje hasta Victoria, la capital de la Columbia Británica.
Pero no podíamos irnos aún…
No pudimos aguantarnos y antes de coger el autobús le pedimos a Jack que nos echara una foto ataviados con algunos de los ropajes que se había traído de su época en el Ártico. Nos probamos algunas piezas, pero nos quedamos con este modelito, según él y según los cánones esquimales, una vestimenta ideal para salir a ligar y no volver solo a casa.
No podemos terminar esta entrada sin mencionar el hecho de que aquí vimos el último episodio de la tercera temporada de Juego de Tronos. No diremos nada por todo eso de los spoilers. Guillem hace años que se había leído los cinco libros así que disfrutó enormemente viendo la cara de estupor de Alexandra en el momento cumbre de la boda. Solo por verle la cara en ese momento merecía ver la serie entera.
Hola, llegue a Vancouver Island de vacaciones en el 2008 y me quedé hasta el 2012, ahora vivo el los EEUU pero una parte de mi siempre será de BC que lugar tan magico. Si volvéis a Nanaimo os recomiendo ir al rio, y también a west wood lake park mi santuario favorito.
Un saludo.
Wow! Te vas de vacaciones y te quedas a vivir, lo tuyo fue amor a primera vista jeje, la verdad es que Vancouver Island enamora, hay mil rinconcitos para descubrir, gracias por tu sugerencia! Para la próxima (que la habrá) nos lo apuntamos 😉
Saludos!
Es de esos lugares en los que, te vuelves loco y feliz o te vuelves loco por la falta «actividades extremas». A nosotros nos encanta.