Cuando empezamos a planificar El Proyecto y a definir qué países queríamos visitar, en ningún momento incluimos Canadá en nuestra lista. Sabíamos que era un país precioso que se lo valía, pero era un «país caro» y descartamos añadirlo entre los imprescindibles. A pesar de esto, se ha convertido en nuestra primera parada y, muy probablemente, en la más larga. ¿Qué nos hizo cambiar de idea? El visado Working&Holiday. Cuando nos lo concedieron se nos abrió la puerta a poder trabajar aquí y vimos que era la ocasión perfecta para mejorar nuestro inglés, visitar el país y, al mismo tiempo, seguir ahorrando para el viaje.
Canadá es la primera parada de nuestra vuelta al mundo, pero mientras la planeábamos esta parte del viaje acabó por cobrar entidad propia. La idea de aprovechar la ocasión para trabajar y ahorrar poco a poco fue ganando tanta fuerza que al final nos preocupaba más saber cómo y dónde podríamos conseguir dinero que mirar qué lugares queríamos visitar.
Centrándonos en esta idea, trazamos nuestro plan: aterrizar en Toronto, cruzar a los EUA, visitar Seattle y Vancouver, pasar dos semanas en Merritt, dos más en Penticton y luego empezar a buscar trabajo en Osoyoos. Queríamos ir a este pueblo al sur del Okanagan Valley porque aquí es donde empieza la temporada de las cerezas. De esta manera aprovecharíamos desde el primer día para ingresar dinero mientras esperábamos que llegara el 15 de julio, día en que nos instalaríamos en Kelowna para trabajar hasta principios de septiembre. Este era, simplificado, el primera asalto en Canadá.
Pero ¿Qué pasó al final? Muy sencillo. Después de haber tenido una pequeña muestra de lo que este país puede ofrecer y llegado el momento de irnos a Osoyoos nos dimos cuenta que no nos apetecía lo más mínimo. Nos habíamos mentalizado para pasar un verano austero dedicado al ahorro, pensando en que todo era por el bien de El Proyecto y en algún momento perdimos de vista que ya estábamos viviendo El Proyecto. Se desató la batalla entre los duendes que siempre nos susurran al oído, el Duende Ahorrador y el Duende Viajero se enfrentaron, aunque esta vez la contienda se decidió rápidamente. Las ganas de viajar nos pudieron. Las cosas tienen que fluir y no hay que ir contra corriente porque después de tres años ahorrando este es el momento de vivir nuestro sueño.
La decisión estaba tomada: teníamos que buscarnos urgentemente un nuevo rumbo, así que pusimos varias opciones sobre la mesa.
PLAN A. Churchill es un pueblo de Manitoba que se ha colocado en el mapa gracias a la gran cantidad de osos polares que corretean por allá. Gracias a ellos se ha construido una importantísima industria turística. Esta era una opción muy interesante e incluso encontramos un centro de investigación que ofrecía alojamiento y manutención a cambio de trabajo voluntario durante unas semanas. ¿Los contras? No era la mejor temporada para ver a los osos y que la ciudad está tan aislada que llegar a ella, ya sea en avión o en tren, es realmente caro.
PLAN B. Visitar Alaska era otra opción que nos atraía muchísimo. Pero después de informarnos la mayoría de gente coincidía en el hecho de que moverse por allá es bastante complicado debido a la falta de transporte público. Las únicas maneras de visitar la zona es alquilando un coche o cogiendo alguno de los cruceros que salen desde el puerto de Vancouver. La opción del coche se salía de nuestro presupuesto y el crucero, aunque miramos ofertas de último minuto, también nos descuadraba las cuentas.
PLAN C. Vancouver Island. Mucha gente nos la había recomendado. Era la opción más cercana y la más asequible. Moverse por el interior de la isla era relativamente sencillo gracias a una compañía de buses que operaba allá (tofinobus.com), había disponibilidad de Couchsurfers y campings. Aunque en un principio la isla nos sabía a poco, ganó muchos puntos cuando encontramos una oferta en Travelzoo para hacer un tour para ver las ballenas que salía desde Victoria.

La maquinaria de documentación y decisión se puso a trabajar a pleno rendimiento tal y como demuestra la cara de concentración de Alexandra
Tras valorar pros y contras el plan elegido fue…. redoble de tambores…
¡Vancouver Island!
Ya teníamos nuevo destino, pero antes de dirigirnos hacia la isla volveríamos a visitar la ciudad de Vancouver.
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