No lo vamos a negar porque hay demasiados testigos, pero la semana pasada hubo lagrimones de los serios. Los hubo de alegría al ver que, por fin, después de tres años el momento de empezar el viaje se acercaba, pero no nos engañemos la mayor cantidad de centímetros cúbicos lacrimales se derramaron al tener que decirles adiós a la familia y a los amigos. Hubo lagrimas discretas y las hubo que no se podían disimular ni con gafas de sol ni con gafas de soldador, las hubo de previsibles y las hubo de traicioneras.

Sinceramente, con la de tiempo que hacía que sabíamos que nos íbamos no deja de sorprendernos la emotividad con la que hemos afrontado todo esto. Y más aún cuando sabemos que tampoco vamos a estar tanto tiempo sin ver a los nuestros porque, de hecho, en septiembre volveremos aunque será solo por unos días. Sabemos que por ahora solo serán cuatro meses fuera y tanto nosotros como nuestras familias y amigos ya sabemos lo que es estar tanto tiempo separados por la distancia.

Somos afortunados y lo sabemos. Tenemos una familia que nos quiere y nos mima y a pesar de que nos querrían tener cerca entienden que, ahora mismo, nuestro deseo es ver mundo y nos apoyan porque saben que este es nuestro sueño. Supongo que todo el trabajo de concienciación que de forma sutil hemos ido haciendo al final ha ayudado a que les resulte más fácil aceptarlo o, incluso, a que compartan parte de nuestra ilusión.

Durante este tiempos pensaremos mucho en nuestras abuelitas y no nos cansaremos de pedirles que hagan el favor de cuidarse. También pensaremos mucho en los más pequeños porque a estas edades los cambios se notan mucho y sabemos que la próxima vez que los veamos habrán crecido un palmo y, aunque seguirán siendo unos enanos, cada día serán más personitas. ¡Qué rápido crecen!

iaiamaria

Amb la Iaia Pepita i amb la Maria. Amb elles vaig fer el meu primer gran viatge quan tenia 5 o 6 anys, 15 dies a Extremadura

Amb ma tieta i ma Padrina

Amb la Padrina i la Tieta

Amb la família Monllaó - Olivé. Gràcies per tot, us estimem molt!

Amb la família Monllaó – Olivé. Gràcies per tot, us estimem molt!

Con los amigos también tenemos suerte porque a estas alturas de la vida uno solo mantiene a los buenos. La verdad es que a veces no los vemos tanto como nos gustaría, pero con el tiempo uno se acaba dando cuenta que en cuestión de amistad cuenta más la intensidad y la honestidad de los momentos compartidos que no la cantidad y la frecuencia. En parte, despedirse de ellos y ellas  ha sido más fácil porque los más cercanos siempre han sabido que antes o después acabaríamos yéndonos una temporada, pero por otra parte también es complicado porque estamos en una edad en que todos tenemos muchos cambios. Mientras estemos fuera, algunos de nuestros amigos tendrán hijos y nos perderemos alguna boda y sabe mal no estar en momentos tan importantes en la vida de gente con la que hemos crecido.

Un buen puñado de amigos que se juntó para despedirnos. Sois los mejores y lo sabéis!

Un buen puñado de amigos que se juntó para despedirnos. Sois los mejores y lo sabéis!

Será que nos hemos hecho mayores o que hemos madurado, pero parece que con el tiempo cada vez cuesta más separarse de los nuestros. Eso nos reafirma en la idea de pensar que debemos continuar con nuestra aventura y que la hemos emprendido en el momento adecuado. Quién sabe si en unos pocos años, todas las tentaciones de quedarnos no acabarían haciéndonos mella y seduciéndonos para abandonar nuestro sueño.